En la meditación bíblica de hoy vamos a finalizar con el tema de "el creyente y las emociones", y a la misma vez, comenzaremos un nuevo tema sobre la mente del creyente. Podemos lograr ambos propósitos en esta lección porque veremos que nuestras emociones pueden ser afectadas por nuestros pensamientos.
Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él.(Proverbios 23:7a)
Esta porción de la palabra de Dios nos muestra que el pensamiento del hombre puede indicacar como es su carácter. Por lo cual, es importante que como cristianos estemos velando la calidad del pensamiento que viene a nuestra mente. Es decir, que si permitimos que pensamientos malignos residan en nuestra mente, también nuestro comportamiento será maligno. Si por el contrario nuestra mente persevera en el Señor, Dios promete guardarnos en completa paz (Isaías 26:3).
I. Relación entre el pensamiento y la emociones
Entonces, espantados y atemorizados, pensaban que veían espíritu. Pero él les dijo: ¿Por qué estáis turbados, y vienen a vuestro corazón estos pensamientos? (S. Lucas 24:37, 38)
Aunque no siempre nuestras emociones son afectadas por nuestros pensamientos, hay veces en que lo que sentimos es un resultado de lo que hemos permitido en nuestra mente. Cuando nuestro Señor Jesucristo se presentó a sus discípulos después de haber resucitado, ellos no podían creer que era su Señor. Vino temor y turbación al corazón de ellos al pensar que veían espíritu. También a nosotros, muchas veces, nos llega un pensamiento mentiroso que contradice la verdad de la palabra de Dios. El resultado es que el pensamiento afecta nuestro estado de ánimo y emoción. La pregunta que Jesús le hizo a sus discípulos es para nosotros también. ¿Por qué vienen a nuestro corazón estos pensamientos? Si encontramos la respuesta podremos corregir nuestra mente y sentimientos por la palabra de Dios.
II. La vanidad de la mente sin Cristo
Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; (Efesios 4:17, 18)
Como cristianos nacidos de nuevo no debemos andar como aquellos que no tienen al Señor en sus corazones, pensando lo que es desagradable a Dios. Cuando leemos la palabra vanidad en este texto debemos entender que el significado de la misma en esta escritura no es para referirse al orgullo o la altivez. En las Escrituras la palabra vanidad se refiere a aquello que es inútil, falto de verdad y de pertinencia. Cuando nuestra mente aloja razonamientos que contienen falsedad y mentiras no podemos vivir una vida cristiana victoriosa.
III. Renovación
y renovaos en el espíritu de vuestra mente, (Efesios 4:23)
La ciencia moderna sabe mucho acerca del cerebro pero aun ignora mucho acerca de la mente. Un psiquiatra no puede verla con rayos x, ni puede conocer que forma o estructura posee. Pero en la palabra de Dios aprendemos un secreto muy importante; la mente del creyente necesita ser renovada. La necesidad de renovación implica la existencia de deterioro o fatiga en nuestro razonamiento. El ataque de los espíritus malignos y los deseos de la carne que constantemente nos asedian, causan un cansancio mental que nos lleva a pensamientos vanos e impuros. Efesios 4:23 nos enseña que tenemos la capacidad de renovarnos por el poder del Espíritu Santo. Depende de nosotros. Es nuestra responsabilidad hacerlo.