junio 20, 2025

Cuando se estudia la caída de imperios, buscamos las causas naturales de ellas: fracasos militares, colapso económicos o liderazgo deficiente. Sin embargo, el estudio de Daniel 5 revela que, a veces, la causa de esas caídas es espiritual. Detrás de los conflictos visibles en las naciones, puede haber una batalla en el ámbito invicible. En este capítulo, exploraremos la caída de Babilonia, no solo históricamente, sino desde la perspectiva bíblica.

Contexto de Babilonia

Para establecer el escenario, recordemos la línea de tiempo del Imperio Babilónico. En el 605 a.C., Nabucodonosor tomó cautiva a Judá, incluido Daniel, marcando el inicio de los “tiempos de los gentiles”. Después siguieron deportaciones en el 597 y 586 a.C., esta última con la destrucción de Jerusalén y el templo. En Daniel 5, avanzamos al 539 a.C., cuando Babilonia cae de su posición emperial. Alrededor del 540 a.C., Ciro el Persa inició campañas contra Babilonia, culminando en su conquista, como veremos más adelante.

En el pasado, algunos críticos afirmaban que Daniel erraba al nombrar a Belsasar como rey, ya que los registros históricos apuntaban a Nabonido. Sin embargo, un objeto arqueológico como el Cilindro de Nabonido, confirmó que Belsasar co-gobernó con su padre, Nabonido, quien a menudo estaba ausente. Esto resolvió el supuesto “error” bíblico, mostrando la precisión de las Escrituras.

Sucesores de Nabucodonosor

Después de Nabucodonosor, sus sucesores incluyeron:

  • Evil-Merodac (Amel-Marduk): reinó dos años y se menciona en 2 Reyes 25:27–30. Este liberó al rey Joaquín de Judá: posiblemente por respeto a la relación de su padre con Daniel.
  • Nergal-Sharezer: Se casó con la hija de Nabucodonosor, reinó brevemente.
  • Labashi-Marduk: fue derrocado en menos de un año.
  • Nabonido y Belsasar: los últimos gobernantes, co-reinando hasta la caída de Babilonia en el 539 a.C.

Daniel capítulo 5 comienza con Belsasar organizando un gran banquete para mil nobles, bebiendo vino en su presencia (v. 1). A pesar de que el ejército persa asediaba Babilonia, Belsasar, confiado en las murallas inexpugnables de la ciudad, hacía fiesta. En su embriaguez, ordenó traer los vasos sagrados de oro y de plata que Nabucodonosor había tomado del templo de Jerusalén. Este fue un grave error espiritual.

Dios había permitido que Nabucodonosor tomara estos vasos como juicio contra Judá, pero debían ser guardados o preservados sin ser profanados (ver Daniel 1).

Belsasar, sus nobles, esposas y concubinas bebían de estos vasos sagrados, alabando ídolos de oro, plata, bronce, hierro, madera y piedra (vv. 3–4). Este acto de sacrilegio—el usar los objetos consagrados a Dios para honrar dioses falsos—provocó el juicio divino. Aún en la actualidad, cuando dedicamos algo para Dios, lo declaramos santo y debe utilizarse sólo para Su servicio.

La Escritura en la Pared

De inmediato, apareció una mano de hombre escribiendo en la pared del palacio real (v. 5). Belsasar, atemorizado, palideció; sus pensamientos lo perturbaron, sus fuerzas fallaron y sus rodillas temblaban (v. 6). Este evento sobrenatural humilló su arrogancia. Clamó por sus sabios—encantadores, caldeos y astrólogos—prometiendo vestiduras reales, una cadena de oro y el puesto de “tercer gobernante” a quien interprete la escritura (v. 7).

Como co-regente con Nabonido, Belsasar era el segundo gobernante del reino, por lo que el tercer puesto era el más alto que podía ofrecer.

Los sabios no lograron leer ni interpretar la escritura, dejando a Belsasar y sus nobles en pánico (vv. 8–9). La reina (posiblemente la viuda de Nabucodonosor) vino, calmó al rey y le recordó a Daniel, un hombre con “el espíritu de los dioses santos”, conocido por su sabiduría en el reinado de Nabucodonosor (vv. 10–11). Ella relató cómo Nabucodonosor hizo a Daniel jefe de los sabios por interpretar sueños, resolver enigmas y esclarecer dudas (v. 12).

La Interpretación de Daniel

Daniel, quién probablemente tenía 80 años de edad, fue convocado por el rey (v. 13). Belsasar repitió la oferta de las recompensas, pero Daniel las rechazó, diciendo: “Guarda tus dones o dáselos a otro” (v. 17). Él iba a interpretará para la gloria de Dios, no por ganancia personal. Su actitud es un ejemplo para los siervos de Dios de nuestro tiempo.

El profeta comenzó recordando que Dios le había dado a Nabucodonosor un reino con poder incomparable (vv. 18–19). Sin embargo, cuando el orgullo lo dominó, Dios lo humilló, reduciéndolo a vivir como bestia hasta que reconoció la soberanía de Dios (vv. 20–21).

Luego confrontó a Belsasar con el hecho de que a pesar de conocer esta historia, no se había humillado. En vez de esto, profanó los vasos sagrados de Dios, bebió de ellos y alabó ídolos sin vida, deshonrando al Dios que sostenía su vida (vv. 22–23).

Daniel interpretó la escritura: “Mene, Mene, Tekel, Ufarsin” (v. 25). En arameo, estas palabras significan:

  • Mene: “Dios ha contado tu reino y le ha puesto fin”. Las horas de Babilonia estaban contadas.
  • Tekel: “Has sido pesado en la balanza y hallado falto”. Belsasar y su reino carecían de peso espiritual.
  • Uparsin (Peres): “Tu reino ha sido dividido y dado a los medos y persas”. El imperio fue roto y transferido.

Los sabios podían leer las palabras, pero no su significado divino. Dios le reveló su secreto sólo a través de Daniel.

Juicio y Contexto Histórico

Esa noche, Belsasar cumplió su promesa, vistiendo a Daniel de púrpura, dándole una cadena de oro y proclamándolo tercer gobernante (v. 29). Pero la recompensa era efímera. Esa misma noche, Belsasar fue asesinado, y Darío el Medo, bajo la autoridad de Ciro, tomó el reino a los 62 años (vv. 30–31).

La historia dice que el general de Ciro desvió el río Éufrates, permitiendo a las tropas persas entrar en Babilonia por el lecho del río, capturando la ciudad sin gran resistencia. La muerte de Belsasar marcó el fin del Imperio Neobabilónico.

El Cilindro de Nabonido

La arqueología respalda el relato bíblico. El Cilindro de Nabonido (hallado en 1854) y la Crónica de Nabonido (1882) confirman la existencia y co-regencia de Belsasar, refutando escepticismo previos. Heródoto registró cómo los persas desviaron el Éufrates, facilitando la invasión sigilosa.

Lecciones Espirituales

Daniel 5 enseña que Dios pesa no solo los corazones, sino las acciones de las personas. Debemos preguntarnos: ¿Tienen nuestras acciones el peso espiritual que Dios desea, o somos hallados faltos? Las cosas sagradas dedicadas a Dios deben ser respetadas, y el orgullo debe ser reemplazado por humildad.

El capítulo también muestra la soberanía de Dios. Él levanta y derriba reyes, como se vio con Nabucodonosor, Belsasar y el rey Ciro. Isaías había profetizado acerca de Ciro, por nombre, 150 años antes de su nacimiento (Isaías 44:28; 45:1). Ciro, conmovido por esta profecía, luego permitió el regreso de los judíos del cautiverio.

Oremos por humildad, para honrar y respetar las cosas de Dios y vivir agradándole en todo. Si no conoces a Jesús, entrégale tu corazón hoy. Pide perdón por tus pecados y acéptalo como Señor.

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