noviembre 21, 2024
La batalla con la carne es una experiencia que solo los que han nacido de nuevo pueden experimentar. La palabra de Dios nos da la clave para vivir en victoria.

La lucha espiritual del creyente consiste en mantener su salvación en Cristo y avanzar en el proceso de santificación que se inició con su experiencia del nuevo nacimiento.

En esta lucha, tenemos tres enemigos que continuamente nos tientan a pecar. Estos enemigos son la carne, el mundo y Satanás con todos sus ejércitos. Pero en esta publicación, solo quiero concentrarme en nuestra lucha con la carne y cómo podemos triunfar sobre ella.

Primero, debemos reconocer que la palabra carne tiene múltiples significados en la Biblia. Por ejemplo, cuando Dios sacó la costilla de Adán con la que formó a Eva, el texto dice que después cerró la carne. En ese capítulo de Génesis, la palabra hebrea bâśâr se refiere al cuerpo humano.

Según la Concordancia Strong basar significa: carne (de su frescura); por extensión cuerpo, persona; También (por eufemismo) las partes pudendas de un hombre: – cuerpo, [grasa, magro] carne [ed], familiares, [Hombre-] clase, + desnudez, el yo, la piel.

Mientras que en el Nuevo Testamento, la palabra griega sarx puede referirse a lo externo, en contraste con el alma y el espíritu. Y también significa concupiscencia, lujuria o malos deseos.

Cuando digo "guerra contra la carne", no quiero decir que debamos abusar o dañar nuestros cuerpos.

La carne es la naturaleza caída que se revela en nuestros cuerpos a través de deseos y pasiones hostiles a la naturaleza divina.

Cuando nacimos de nuevo, Dios nos hizo partícipes de la naturaleza divina. Pero la experiencia del nuevo nacimiento no destruyó nuestra vieja naturaleza; más bien, le quitó su poder y dominio sobre nuestras vidas. Por eso todo creyente está envuelto en una lucha de dos naturalezas en su ser.

En Romanos 7, el apóstol Pablo explica claramente la agonía del creyente que lucha contra el pecado en su vida diaria. En este texto Pablo no se refiere a un cristiano que vive en pecado sino a alguien que trata con todas sus fuerzas de vencer sus impulsos carnales pero pierde todas las batallas.

Romanos 7:21 Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. 22 Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; 23 pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. 24 ¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?

Gálatas 5:16 Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. 17 Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.

Gálatas 5:16 Os digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. 17 Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el deseo del Espíritu es contra la carne, y estos se oponen entre sí para que no hagáis lo que queréis.

Esta escritura revela la naturaleza de nuestro conflicto interior y la clave para una vida victoriosa. Solo andando en el Espíritu, siguiendo sus instrucciones y deseos, podemos negar los deseos de la carne. 

En Gálatas 5:17 encontramos que esta es una batalla entre dos deseos que compiten dentro de nosotros.Por un lado está el deseo carnal asediando el alma, tratando de seducirnos a satisfacer los malos deseos en nuestros miembros. Por otro lado, el Espíritu nos invita a la santidad y a la comunión con Dios a través del deseo espiritual que pone en nuestro espíritu.

Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad (Fil. 2:13)

En su obra en nuestro interior, el Espíritu Santo nos motiva a buscar las cosas de arriba. Él nos infunde su deseo y nos da poder para hacer su voluntad. Nuestro trabajo es simplemente rendirnos, negarnos a nosotros mismos y obedecer. Si hacemos esto, siempre venceremos los deseos pecaminosos de la carne.

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