julio 27, 2024


Hoy deseo analizar los textos bíblicos de la próxima lección de escuela dominical que se encuentra en el libro de Ezequiel. La lección fue preparada por la editorial Vida Nueva y el material se puede obtener en la pagina web http://distribuidorapandevida.com/1620-escuela-dominical.

Ya que el material que hay en estos capítulos es demasiado amplio para cubrirlo en una entrada, estudiaremos las tres partes de la lección por separado.

Además de mis comentarios personales acerca del texto, también compartiré la información que descubra en mis estudios.

En el capítulo 1 dice que Dios se le apareció en visión a Ezequiel, en la tierra de los caldeos, junto al río Quebar, en el quinto año de la deportación del rey Joaquín.

En su totalidad, Nabucodonosor ordenó tres deportaciones de miles de judíos para llevarlos a Babilonia, mas una pequeña deportación de 745 judíos (Jeremías 52:30). Ezequiel fue trasladado en la segunda deportación, junto al rey Joaquín y sus líderes.

TABLA

PECADO EN EL TEMPLO, LA GLORIA ES QUITADA 
Hay impiedad en el templo – Ezequiel 8:1-18

La visión del profeta – 8:1-4

Dios se le apareció a este varón para darle un ministerio profético que sirviría a todo un pueblo que estaba quebrantado y confundido por su gran humillación.

1 En el sexto año, en el mes sexto, a los cinco días del mes, aconteció que estaba yo sentado en mi casa, y los ancianos de Judá estaban sentados delante de mí, y allí se posó sobre mí la mano de Jehová el Señor.

La primera visión fue en el quinto año. Ahora, catorce meses después, Ezequiel vuelve a ser visitado por la gloria de Jehová. Segun nuestro calendario gregoriano, el sexto año habría sido el 12 de Septiembre de 592 a.C.

Quizás los ancianos habían venido para consultar a Jehová por medio del profeta, y el Señor en su misericordia descidió tratar con su siervo en ese preciso momento. 

2 Y miré, y he aquí una figura que parecía de hombre; desde sus lomos para abajo, fuego; y desde sus lomos para arriba parecía resplandor, el aspecto de bronce refulgente.

 

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Sabemos que ha Dios nadie le vió en su verdadera esencia y plenitud, pero él se ha manifestado a sus siervos de muchas formas, especialmente a través de las visiones. 

Dios se mostró a Ezequiel como la figura de un hombre de fuego. Esto está claro en el capítulo 1:26-27, donde él describe al que estaba sentado en el trono de la misma manera. Le servimos a un Dios de fuego, ¡Aleluya! 

3 Y aquella figura extendió la mano, y me tomó por las guedejas de mi cabeza; y el Espíritu me alzó entre el cielo y la tierra, y me llevó en visiones de Dios a Jerusalén, a la entrada de la puerta de adentro que mira hacia el norte, donde estaba la habitación de la imagen del celo, la que provoca a celos.

Recordemos que Ezequiel estaba viendo una visión, por lo tanto, los ancianos que estaban delante de él, no podían ver lo que él estaba viendo. Dios sacó al profeta de su cuerpo para llevarlo en el espíritu a Jerusalén y mostrarle los pecados que se estaban cometiendo en el templo.

Segun este mapa, la distancia entre Jerusalén y el area de la antigua Babilonia en Irak, cubre alrededor de 725 millas. 

MAPA

Cuando Ezequiel fue llevado cautivo desde Jerusalén a Babilonia, de seguro que tuvo que caminar varios días. Pero en este viaje en el espíritu, Dios lo hizo aparecer en el templo en unos segundos. 

Dios llevó al profeta por la puerta del norte. Como vemos en el siguiente esquema, el templo tenía un muro que dividía el atrio interior y el atrio exterior. Este muro consistía de tres puertas: la puerta del norte, la puerta que miraba hacia el oriente, y la puerta del sur.

Ezequiel nos dice que en la entrada de la puerta del norte estaba la imagen que provoca a celos. Esto se refiere a la forma en que Dios responde a la idolatría (Deuteronomio 32:16, 21).  

4 Y he aquí, allí estaba la gloria del Dios de Israel, como la visión que yo había visto en el campo.

Una de las cosas más impresionantes que dice este capítulo es que pesar de la idolaría que había en el templo, la gloria de Jehová aun estaba en el lugar santísimo. Pero aunque esto parece no tener sentido, en verdad esto demuestra la paciencia y misericordia de Dios, que le daba a su pueblo la oportunidad de arrepentirse de su maldad. 

La idolatría del pueblo – 8:5-18

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5 Y me dijo: Hijo de hombre, alza ahora tus ojos hacia el lado del norte. Y alcé mis ojos hacia el norte, y he aquí al norte, junto a la puerta del altar, aquella imagen del celo en la entrada.

6 Me dijo entonces: Hijo de hombre, ¿no ves lo que éstos hacen, las grandes abominaciones que la casa de Israel hace aquí para alejarme de mi santuario? Pero vuélvete aún, y verás abominaciones mayores.

7 Y me llevó a la entrada del atrio, y miré, y he aquí en la pared un agujero.

Como Ezekiel estaba en ese lugar en el espíritu, no le era posible abrir la puerta con sus manos, ni alterar físicamente la estructura. Así que el acto de cavar en la pared, debe ser un acto simbólico.

8 Y me dijo: Hijo de hombre, cava ahora en la pared. Y cavé en la pared, y he aquí una puerta.

9 Me dijo luego: Entra, y ve las malvadas abominaciones que éstos hacen allí.

10 Entré, pues, y miré; y he aquí toda forma de reptiles y bestias abominables, y todos los ídolos de la casa de Israel, que estaban pintados en la pared por todo alrededor.

11 Y delante de ellos estaban setenta varones de los ancianos de la casa de Israel, y Jaazanías hijo de Safán en medio de ellos, cada uno con su incensario en su mano; y subía una nube espesa de incienso.

12 Y me dijo: Hijo de hombre, ¿has visto las cosas que los ancianos de la casa de Israel hacen en tinieblas, cada uno en sus cámaras pintadas de imágenes? Porque dicen ellos: No nos ve Jehová; Jehová ha abandonado la tierra.

13 Me dijo después: Vuélvete aún, verás abominaciones mayores que hacen éstos.

14 Y me llevó a la entrada de la puerta de la casa de Jehová, que está al norte; y he aquí mujeres que estaban allí sentadas endechando a Tamuz.

TamuzTammuz, sumerio Dumuzi, en la religión de Mesopotamia, dios de la fertilidad que encarna los poderes para una nueva vida en la naturaleza en la primavera.

La primera mención conocida de Tammuz se encuentra en textos que datan de la primera parte del período de la Dinastía Temprana III (c.2600-c. 2334 a. C.), pero su culto probablemente era mucho más antiguo.

El culto a Tammuz se centró en dos festivales anuales, uno celebrando su matrimonio con la diosa Inanna, y el otro lamentando su muerte a manos de demonios del inframundo.

Las celebraciones en marzo-abril que marcaron la muerte del dios también parecen haberse realizado dramáticamente. Muchos de los lamentos para la ocasión tienen como escenario una procesión en el desierto al redil del dios asesinado. En Asiria, sin embargo, en el siglo VII aC, el ritual tuvo lugar en junio-julio.

En las principales ciudades del reino, se instaló un diván para el dios sobre el que yacía en estado. Su cuerpo parece haber sido simbolizado por un conjunto de materia vegetal, miel y una variedad de otros alimentos. Britannica.com
La ceremonia de llanto estaba conectada con ritos agrícolas.

Las deidades de maíz eran deidades llorosas, derramaban lágrimas fecundas; y los sembradores simularon la tristeza de los dolientes divinos cuando echaron semillas en el suelo "para morir", para que pudiera brotar como el maíz. http://www.sacred-texts.com/ane/mba/mba11.htm

15 Luego me dijo: ¿No ves, hijo de hombre? Vuélvete aún, verás abominaciones mayores que estas.

Las siguientes son "abominaciones mayores", no con respecto a la idolatría, sino con respecto al lugar y las personas que lo cometen.

16 Y me llevó al atrio de adentro de la casa de Jehová; y he aquí junto a la entrada del templo de Jehová, entre la entrada y el altar, como veinticinco varones, sus espaldas vueltas al templo de Jehová y sus rostros hacia el oriente, y adoraban al sol, postrándose hacia el oriente.

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En "el patio interior", inmediatamente antes de la puerta del templo de Jehová, entre el pórtico y el altar, donde los sacerdotes avanzaban solo en ocasiones extraordinarias (Joe 2:17), veinticinco hombres (los líderes de los veintidós) cuatro cursos u órdenes de los sacerdotes, 1Cr 24:18, 1Cr 24:19, con el sumo sacerdote, "los príncipes del santuario", Isa 43:28), representando a todo el sacerdocio, como los setenta ancianos representaban al pueblo, estaban de espaldas al templo, y sus rostros hacia el este, haciendo reverencia al sol naciente (contraste 1Re 8:44).

La adoración al sol vino de los persas, quienes hicieron del sol el ojo de su dios Ormuzd. Ya existía desde Job (Job 31:26; compárese con Deu 4:19). Josías solo pudo suspenderlo por el tiempo de su reinado (2 Reyes 23: 5, 2 Reyes 23:11); revivió bajo sus sucesores. Jameson-Fausset-Brown

17 Y me dijo: ¿No has visto, hijo de hombre? ¿Es cosa liviana para la casa de Judá hacer las abominaciones que hacen aquí? Después que han llenado de maldad la tierra, se volvieron a mí para irritarme; he aquí que aplican el ramo a sus narices.

Era cosa liviana para ellos practicar la idolatría en el templo, lo que indica que no había nada del temor a Jehová en sus corazones. 

Según el comentario de Adam Clarke, la expresión “aplican el ramo a sus narices” pudo haber sido una rama que ellos cargaban en sus procesiones en honor al ídolo, y la que cubrían sus rostros, y de la cual inhalaban una aroma agradable. 

Por otro lado el comentario de Jameson-Fausset-Brown dice que esta fue una expresión proverbial, porque “ellos levantaron la nariz en desprecio”, expresando su insolente seguridad.

18 Pues también yo procederé con furor; no perdonará mi ojo, ni tendré misericordia; y gritarán a mis oídos con gran voz, y no los oiré.

Aunque predicamos del amor y la misericordia de Dios a las almas que se pierden, no debemos olvidar que Dios también derrama su ira sobre aquellos que se rebelan contra él.

La maldad que se estaba practicando en el templo, la hacían los ministros del santuario, hombres que conocían muy bien la Palabra de Dios, pero no conocían al Dios de la Palabra. 

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SEGUND PARTE

Visiones de juicio – Ezequiel 9:1-11
A. Dios protege a los fieles 9:1-4

Esta visión que comenzó en el capítulo 8 de Ezequiel fue un presagio de la destrucción del templo y la ciudad de Jerusalén a causa de los pecados que se cometían allí. Cada acontecimiento que Ezequiel veía en el espíritu, representaba los juicios que se iban a manifestar el mundo natural.

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1 Clamó en mis oídos con gran voz, diciendo: Los verdugos de la ciudad han llegado, y cada uno trae en su mano su instrumento para destruir.

El vocablo hebreo peqûddâh no solo se puede traducir como verdugos. En verdad esta palabra se utilizaba más para referirse a oficiales o guardianes, pero estos oficiales  no estaban allí para protección de la ciudad, sino para juicio.

2 Y he aquí que seis varones venían del camino de la puerta de arriba que mira hacia el norte, y cada uno traía en su mano su instrumento para destruir. Y entre ellos había un varón vestido de lino, el cual traía a su cintura un tintero de escribano; y entrados, se pararon junto al altar de bronce.

Esos seis hombres con sus instrumentos de destrucción, representaban a los caldeos, quienes recibieron el encargo de destruir la ciudad; y cuando se menciona el norte en tales casos, generalmente se refiere a Caldea y los ejércitos caldeos. Adam Clarke

Sin embargo, el septimo varón tenía un oficio diferente al de los seis. Su vestidura era sacerdotal, y su instrumento servía para grabar, marcar, o escribir. Algunos piensan que este varón era una aparición del Cristo pre-encarnado, pero no tenemos ninguna evidencia de que esto sea así. 

3 Y la gloria del Dios de Israel se elevó de encima del querubín, sobre el cual había estado, al umbral de la casa; y llamó Jehová al varón vestido de lino, que tenía a su cintura el tintero de escribano,

La gloria de Jehová estaba sobre los querubines del arca del pacto en el ugar santísimo. En la visión Ezequiel observó que la gloria de Dios se movió de encima de un querubin, salió del lugar santísimo, y se colocó en las escalinatas de la entrada del santuario. 

Este movimiento es significativo porque demostraba como Dios comenzaba a alejarse de su casa, y como esto resultaría en destrucción y ruina para Jerusalén.

El Señor llama al varon con el tintero de escriba primero. Su misión debía preceder al de los seis varones. 

La preservación del remanente fiel era el primer asunto a atender en la agenda de Dios. A través de toda la Biblia observamos que Dios siempre guardaba a los fieles antes de manifestar sus juicios sobre la tierra. 

4 y le dijo Jehová: Pasa por en medio de la ciudad, por en medio de Jerusalén, y ponles una señal en la frente a los hombres que gimen y que claman a causa de todas las abominaciones que se hacen en medio de ella.

La ternura debe caracterizar al hombre de Dios, no una dureza severa al oponerse a los impíos (Samos 119:53, 119:136; Jeremías 13:17; 2 Corintios 12:21); al mismo tiempo celo por el honor de Dios (Salmo 69:9-10). Jameson-Fausset-Brown

B. Dios castiga a los culpables 9:5-11

5 Y a los otros dijo, oyéndolo yo: Pasad por la ciudad en pos de él, y matad; no perdone vuestro ojo, ni tengáis misericordia.

6 Matad a viejos, jóvenes y vírgenes, niños y mujeres, hasta que no quede ninguno; pero a todo aquel sobre el cual hubiere señal, no os acercaréis; y comenzaréis por mi santuario. Comenzaron, pues, desde los varones ancianos que estaban delante del templo.

El juicio comienza por la casa de Dios, porque al que más se le entrega, más se le demandará (1 Pedro 4:17-18). Los setenta ancianos representaban a todo el pueblo de Judá y debieron ser quienes guiaran la nación a Dios. Por esto fueron los primeros en ser eliminados. 

7 Y les dijo: Contaminad la casa, y llenad los atrios de muertos; salid. Y salieron, y mataron en la ciudad.

En la ley Dios instruyó a los sacerdotes a no contaminarse con ningun tipo de cadaver, excepto con parientes cercanos (Levíticos 21:1-4). Pero después de que el Señor reveló las abominaciones cometidas en su templo, pronunció estas palabras de juicio sobre su santuario.

8 Aconteció que cuando ellos iban matando y quedé yo solo, me postré sobre mi rostro, y clamé y dije: ¡Ah, Señor Jehová! ¿destruirás a todo el remanente de Israel derramando tu furor sobre Jerusalén?

Estos destructores habían matado a los setenta ancianos, a los veinticinco adoradores del sol y a las mujeres que lloraban a Tamuz; y al ver esta matanza, el profeta cayó sobre su rostro y comenzó a interceder. Adam Clarke

9 Y me dijo: La maldad de la casa de Israel y de Judá es grande sobremanera, pues la tierra está llena de sangre, y la ciudad está llena de perversidad; porque han dicho: Ha abandonado Jehová la tierra, y Jehová no ve.

Es lamentable, pero también hoy hay cristianos que pierden la fe en Dios, y creen que Dios se ha olvidado de este planeta. 

10 Así, pues, haré yo; mi ojo no perdonará, ni tendré misericordia; haré recaer el camino de ellos sobre sus propias cabezas.

Ellos habían acusado a Jehová de no ver, pero el Señor les asegura que su ojo estaba sobre ellos para juicio. 

11 Y he aquí que el varón vestido de lino, que tenía el tintero a su cintura, respondió una palabra, diciendo: He hecho conforme a todo lo que me mandaste.

El varo vestido de lino regresa dando un reporte de su trabajo. Él había cumplido con todas las instrucciones del Señor. Lo que quiere decir que todo el remanente estaba sellado y seguro. 

Esto respondía a la pregunta de Ezequiel acerca del remanente. Aunque muchos iban a morir en la destrucción de Jerusalén por los caldeos, el Señor iba a preservar un grupo de fieles. 

TERCERA PARTE (bajo construcción)

La gloria de Dios es quitada 
A. La destrucción de la ciudad – Ezequiel 10:1-8

Desde el comienzo de su llamado, Dios vino a Ezequiel como un hombre de fuego sentado en un trono de zafiro. Ese trono  estaba sobre cuatro querubines que tenían a sus lados una rueda cada uno (Ezequiel 1). 

Pero un año después, en esta visión él testifica que la gloria de Jehová estaba en el templo, de la misma manera que la había visto en el campo (Ezequiel 8:4).

En el capítulo 9 dice que la gloria de Jehová se había movido del lugar santísimo al umbral de la casa. Y desde allí, él Señor dio sus instrucciones a los verdugos, y al varon vestido de lino. 

Después de todo esto, Ezequiel continuó relatando su experiencia. 

1 Miré, y he aquí en la expansión que había sobre la cabeza de los querubines como una piedra de zafiro, que parecía como semejanza de un trono que se mostró sobre ellos.
2 Y habló al varón vestido de lino, y le dijo: Entra en medio de las ruedas debajo de los querubines, y llena tus manos de carbones encendidos de entre los querubines, y espárcelos sobre la ciudad. Y entró a vista mía.

De las ruedas de los querubines emanaba un fuego y potencia que creaba carbones en la superficie donde estaban. 

El acto de esparcir los carbones sobre Jerusalén indicaba que algo terrible estaba determinado para la ciudad. Los caldeos iban a venir para destruir y quemar la ciudad. 

Como dije antes, lo que acontecía en la visión producía un efecto en esta dimensión natural.

3 Y los querubines estaban a la mano derecha de la casa cuando este varón entró; y la nube llenaba el atrio de adentro.

4 Entonces la gloria de Jehová se elevó de encima del querubín al umbral de la puerta; y la casa fue llena de la nube, y el atrio se llenó del resplandor de la gloria de Jehová.

Aquí tenemos una repetición de lo relatado en el capítulo 9, versículo 3.

5 Y el estruendo de las alas de los querubines se oía hasta el atrio de afuera, como la voz del Dios Omnipotente cuando habla.

Este estruendo, causado por las alas de los querubines, nos muestra que ellos estaban preparandose para alzar el vuelo e ir a donde el Señor les indicara. 

6 Aconteció, pues, que al mandar al varón vestido de lino, diciendo: Toma fuego de entre las ruedas, de entre los querubines, él entró y se paró entre las ruedas.
7 Y un querubín extendió su mano de en medio de los querubines al fuego que estaba entre ellos, y tomó de él y lo puso en las manos del que estaba vestido de lino, el cual lo tomó y salió.
8 Y apareció en los querubines la figura de una mano de hombre debajo de sus alas.

B. El vacío en el templo – 10:9-22

9 Y miré, y he aquí cuatro ruedas junto a los querubines, junto a cada querubín una rueda; y el aspecto de las ruedas era como de crisólito.
10 En cuanto a su apariencia, las cuatro eran de una misma forma, como si estuviera una en medio de otra.
11 Cuando andaban, hacia los cuatro frentes andaban; no se volvían cuando andaban, sino que al lugar adonde se volvía la primera, en pos de ella iban; ni se volvían cuando andaban.
12 Y todo su cuerpo, sus espaldas, sus manos, sus alas y las ruedas estaban llenos de ojos alrededor en sus cuatro ruedas.
13 A las ruedas, oyéndolo yo, se les gritaba: ¡Rueda!
14 Y cada uno tenía cuatro caras. La primera era rostro de querubín; la segunda, de hombre; la tercera, cara de león; la cuarta, cara de águila.
15 Y se levantaron los querubines; este es el ser viviente que vi en el río Quebar.

Se levantaron para salir del todo del templo de Dios. 

16 Y cuando andaban los querubines, andaban las ruedas junto con ellos; y cuando los querubines alzaban sus alas para levantarse de la tierra, las ruedas tampoco se apartaban de ellos.
17 Cuando se paraban ellos, se paraban ellas, y cuando ellos se alzaban, se alzaban con ellos; porque el espíritu de los seres vivientes estaba en ellas.
18 Entonces la gloria de Jehová se elevó de encima del umbral de la casa, y se puso sobre los querubines.

La gloria de Dios, que reposaba sobre estos seres vivientes, se estaba alejando de su santuario. Los pecados y abominaciones cometidos allí causaron división entre Dios y su pueblo.

19 Y alzando los querubines sus alas, se levantaron de la tierra delante de mis ojos; cuando ellos salieron, también las ruedas se alzaron al lado de ellos; y se pararon a la entrada de la puerta oriental de la casa de Jehová, y la gloria del Dios de Israel estaba por encima sobre ellos.

Notemos que el alejamiento no ocurrió rapidamente, sino que poco a poco el Señor abandonaba su santuario contaminado.

La Biblia dice que nosotros somos el templo del Espíritu Santo (1 Corintios 3:16; 6:19). Por lo tanto, no debemos permitir que en nuestro santuario haya abominaciones que causen la salida del Espíritu de Dios en nosotros. 

20 Estos eran los mismos seres vivientes que vi debajo del Dios de Israel junto al río Quebar; y conocí que eran querubines.
21 Cada uno tenía cuatro caras y cada uno cuatro alas, y fi
guras de manos de hombre debajo de sus alas.
22 Y la semejanza de sus rostros era la de los rostros que vi junto al río Quebar, su misma apariencia y su ser; cada uno caminaba derecho hacia adelante.

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