julio 27, 2024

nature-walkPara conocer la doctrina  del “andar en el Espíritu," encontramos que Romanos 8 y Gálatas 5 son los capítulos esenciales para comprender esta doctrina tan importante en el Nuevo Testamento.

Pero una vez que tenemos una comprensión básica de este concepto Escritural, debemos preguntarnos ¿cómo podemos aplicarlo a nuestras vidas? ¿cómo logramos andar en el Espíritu en esta vida?

Debemos oír Su voz

Primeramente, recordemos que Dios aun habla hoy y está interesado en darse a conocer a sus hijos. A través de toda la Biblia nos encontramos con un Dios que siempre está tratando con la humanidad, revelando su propósito y su voluntad para con su pueblo, y utilizando diferentes medios de comunicación con el hombre.

Ahora bien, cuando hablo de la voz de Dios, no me refiero a su voz audible, sino al mensaje que Él nos comunica en determinado momentos y de diferentes formas. La Biblia  enseña que el medio que Dios utiliza con más frecuencia para tratar con nosotros es su palabra escrita en la Santa Biblia.

Hebreos 1:1 dice que en otro tiempo Dios habló de muchas maneras a los padres de la nación de Israel, pero que en estos últimos días nos habla por el Hijo. Él es el medio principal de comunicación con el Padre, porque Él es el camino al Padre.

Sin embargo, si permitimos obstáculos a la voz de Dios en nuestro interior, ¿cómo vamos a conocer su voluntad para nuestras vidas?

Aunque es cierto que como ovejas de Cristo podemos reconocer la voz de nuestro Pastor (Juan 10:14), también es cierto que hay cosas que pueden interferir con la sensibilidad auditiva en nuestro hombre interior; por lo que podríamos estar sufriendo de sordera espiritual sin saberlo.

El peligro de la desobediencia

Una de las cosas que pueden bloquear nuestro oído espiritual es la desobediencia y dureza de corazón. Si andar en el Espíritu se trata de seguir sus instrucciones en nuestro corazón, entonces el ignorar su voz equivale a andar en desobediencia y rebeldía.

Hebreos capítulo 3 nos advierte de las consecuencias de la desobediencia señalando el ejemplo de Israel en el desierto.

Hebreos 3:7 Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: Si oyereis hoy su voz, 8 No endurezcáis vuestros corazones, Como en la provocación, en el día de la tentación en el desierto, 9 Donde me tentaron vuestros padres; me probaron, Y vieron mis obras cuarenta años. 10 A causa de lo cual me disgusté contra esa generación, Y dije: Siempre andan vagando en su corazón, Y no han conocido mis caminos. 11 Por tanto, juré en mi ira: No entrarán en mi reposo.

El peligro de la incredulidad

En Hebreos 11:4 dice que sin fe es imposible agradar a Dios. El vivir en el Espíritu es vivir por fe, porque para percibir la voz de Dios no dependemos de nuestros sentidos, sino de su palabra y la intuición en nuestro espíritu.

Hebreos 3:12 muestra qué llevó a Israel a desobedecer y rebelarse contra Dios.

Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo… Hebreos 3:12

Debemos velar que nuestros corazones no sean contaminados con incredulidad. Si Dios nos pide que hagamos algo, o nos prohíbe alguna cosa, aunque no entendamos lo que Él nos pide, no permitamos la incredulidad en nuestras vidas.

Si el Espíritu Santo nos comunica su voluntad, pero nos hacemos de la vista gorda y no creemos a su palabra, terminaremos en rebeldía y por ende caeremos en condenación (Romanos 8:1).

Hebreos 3:18 ¿Y a quiénes juró que no entrarían en su reposo, sino a aquellos que desobedecieron? 19 Y vemos que no pudieron entrar a causa de incredulidad.

Israel no pudo entrar en el reposo de Dios, y de la misma manera muchos creyentes hoy en día no entran en el reposo espiritual que Dios ofrece a todo el que anda en el Espíritu.

El cristiano espiritual  vive en el descanso prometido por nuestro Señor Jesucristo (Mateo 11:29).

Pidamos a Dios que nos libre de la desobediencia y la incredulidad. Que el Señor nos fortalezca para resistir los deseos de la carne y podamos seguir los deseos del Espíritu. No solo necesitamos de su gracia para ser salvo, también necesitamos de ella para mantenernos firmes en la fe.

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