julio 27, 2024

Ark of the Covenant

Hay muchos que desean tener acceso al palacio presidencial de algún país y tener el privilegio de compartir una taza de café con el presidente de la nación. Para muchos, esto es una gran gloria y honor. Pero, ¡cuánto más grande es el honor y la gloria de entrar al salón del trono celestial donde está nuestro Dios y Rey, y pasar tiempo a solas con él!

Ahora bien, no todo ciudadano que desee entrar al palacio presidencial puede obtener acceso a la oficina del presidente. Pero, ¿qué tal si ese ciudadano es declarado hijo del rey o del presidente y como tal, tiene el derecho de vivir en el palacio? De repente, el tener intimidad con el rey es ahora un derecho que puede ejercer si le ama como padre.

Toda persona que ha nacido de nuevo y tiene al Señor Jesucristo en su corazón, puede pasar tiempo en intimidad con Dios. Pero es a través de la adoración que le expresamos nuestro amor a nuestro Padre celestial.

En nuestro lenguaje cristiano o religioso estamos acostumbrados a mencionar la palabra adoración o el verbo adorar sin realmente entender el significado de tales palabras. Es necesario comprender más a fondo que significa adorar a Dios, porque hay muchos que en vez de adorarle, solo practican un hábito religioso carente de significado y fervor espiritual; Mientras que otros son adoradores de muchas cosas, pero no de Dios.

Hay una gran diferencia entre la adoración a dioses falsos y la adoración al Dios verdadero.

I. ¿Qué significa adorar?

El verbo adorar aparece por primera vez en la Biblia, en Génesis 22:5, donde se relata el momento en que Abraham iba a subir a uno de los montes en Moriah para ofrecer a Isaac en holocausto a Jehová. Él les declaró a sus siervos, "…adoraremos y volveremos a vosotros".

La palabra adorar viene del hebreo shâchâh y significa "postrarse" o "inclinarse".  En muchas de las Escrituras vemos como los siervos de Dios se postraban en oración ante la presencia de Dios. Así que, básicamente, adorar significaba algo tan simple como postrarse ante Dios.

Ya que el postrarse no es una acción verbal sino una posición que toma nuestro cuerpo, debemos preguntarnos ¿qué significa el tomar esta posición física? ¿Qué estamos comunicando con nuestro lenguaje corporal cuando nos postramos?

Creo que cuando nos inclinamos o arrodillamos estamos declarando que nos rendimos ante aquél quien nos postramos, y también le reconocemos como digno de honra. Otra forma de verlo es que estamos diciendo que esa persona es más grande que nosotros. Por tanto, en parte el adorar a Dios tiene que ver con un rendimiento ante la presencia de Dios  y la exaltación de su gloria.

En el Nuevo Testamento, el cual se escribió en griego, vemos como la palabra adoración toma un significado más profundo y detallado. Según el Diccionario Expositivo Vine, la palabra proskuneo significa "hacer debida reverencia" (esta palabra es compuesta por pros "hacia", y kuneos "besar"). Al ver esta definición podemos notar que la adoración es algo muy profundo e íntimo de lo que pensábamos.

II. La Adoración Que Agrada a Dios

Juan 4:23-24 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.

Si Dios demanda que la adoración sea en espíritu y en verdad, es porque hay adoración que se le ofrece en la carne y sin sinceridad. Lo que quiere decir que hay quienes pueden estar perdiendo su tiempo creyendo que son escuchados por Dios, cuando en realidad su oración y alabanza es como un címbalo que retiñe delante de Dios.

El hecho de que Dios está buscando verdaderos adoradores debe provocarnos a indagar si en verdad somos parte de aquellos que le adoran en espíritu y en verdad. De lo contrario, nuestra vida cristiana no será más que religiosidad y mortandad espiritual.

Salmo 29:2 Dad a Jehová la gloria debida a su nombre; Adorad a Jehová en la hermosura de la santidad.

A través de la historia hay muchos nombres que han sido glorificados por los seres humanos; los nombres de dioses, de reyes y reinas, y muchos más han sido venerados por sus grandes hazañas y victorias. Pero la gloria que le debemos dar a Dios no se puede comparar con ninguna otra gloria dada a cosas o criaturas.

Dios es digno de la gloria más alta que un ángel o un ser humano pueda dar. Cuando glorificamos su nombre debidamente, nuestra adoración no solo va a agradar a Dios, también nuestros corazones serán bendecidos con su presencia.

Dice el texto que tenemos que adorar al Señor en la hermosura de la santidad. Si el estar delante de un rey terrenal exige de nosotros cierto protocolo y vestuario apropiado, cuanto más grande debe ser la hermosura y gloria con las que debemos acercarnos a nuestro Dios en adoración.

Al meditar en estas palabras, he podido comprender cuan necesario es que seamos más reverentes, tiernos, y fervorosos en nuestros momentos de adoración y devoción al Dios Eterno.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *