diciembre 2, 2024

Anathoth

El joven sacerdote vivía con su familia en Anatot, en un campo cerca de Jerusalén y con facil acceso al santuario del tabernáculo. Al ser parte de una familia sacerdotal, de seguro que Jeremías estaba siendo preparado para un día ejercer el ministerio levítico; no se imaginaba que Dios tenia otros planes para su vida.

La voz de Dios vino a Jeremías con un llamado profético que iba a alterar sus metas y sueños para siempre.

Vino, pues, palabra de Jehová a mí, diciendo: Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones. (Jer. 1:4-5)

Ya de antemano Dios había planeado lo que iba a hacer con la vida de Jeremías. De hecho, Jehová le revelo a este varón que ya lo conocía aun desde antes de su concepción. Debemos notar que el Señor no le estaba diciendo tenía conocimiento acerca de él antes de su existencia, sino que lo conocía como persona aun antes de existir.

Estas son palabras muy profundas y significativas para nosotros también; pues nos hacen recordar el Salmo 139:16, Mi embrión vieron tus ojos, Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas Que fueron luego formadas, Sin faltar una de ellas.

Hay muchos que viven sus vidas pensando que son un accidente cósmico; que la vida humana no tiene sentido ni razón de ser porque (segun ellos) vienen de la nada, y van a la nada. Pero estas escrituras revelan que Dios nos ha visto y conocido aun desde antes de ser concebidos. El meditar en esta verdad debe llevarnos a valorar el corto tiempo que vivimos en este planeta, y preguntarnos cual es el propósito de Dios para mi vida.

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Dios le dijo a Jeremías que lo había santificado desde el vientre para ser profeta a las naciones. La palabra santificar significa, "separar" o "apartar." Es decir que Dios no solo conocía a Jeremías, sino que también había determinado cual sería su vocación y lo aparto para su servicio.

Creo que todo creyente en Cristo ha sido llamado al camino del evangelio con un propósito especial de parte de Dios. Este propósito no se limita solo a la salvación de nuestras almas, sino también para ser sal y luz en la tierra. En otras palabras, somos llamados a proclamar a Jesucristo en el mundo; a dejar brillar su luz en nuestras vidas.

Jeremías, al igual que muchos de nosotros hoy, presentó sus excusas para evadir el llamado al ministerio profético. Y yo dije: ¡Ah! ¡ah, Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño. (Jer. 1:6)

El profeta miraba su falta de elocuencia para hablar delante de los reyes y las multitudes como un obstáculo para cumplir con la tarea que le había sido encomendada. Es verdad que naturalmente podemos carecer de ciertas habilidades necesarias para ejercer una tarea espiritual, pero cuando Dios nos envía a hacer su obra, él siempre nos dará la capacidad para hacer lo que nos ordena.

Y me dijo Jehová: No digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande. (Jer. 1:7)

El Señor sabe que cuando nos envía a hacer un trabajo para su reino, el temor invadirá nuestros corazones. Por esto le dio a su siervo palabras de aliento que servirían de ánimo no solo para él, sino para nosotros también.

No temas delante de ellos, porque contigo estoy para librarte, dice Jehová. (Jer. 1:8)

El temor ha inmovilizado el ministerio de muchos creyentes que ignoran esta poderosa promesa de Dios. Si Dios esta con nosotros, no hay porque temer a ningún peligro, ni ninguna oposición que se levante contra nosotros.

Ojalá podamos creer a la palabra de Dios, para así poder andar conforme a la vocación con que fuimos llamados.

1 thought on “EL LLAMADO DE JEREMIAS

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