julio 27, 2024

Amado cristiano/a, imagínate que en este momento estas ante el tribunal de Cristo y debes dar cuenta de tu mayordomía ante el Rey de Reyes y Señor de Señores. Si en este momento se te pidiera cuenta de como has utilizado tu tiempo para Dios, ¿podrías dar un reporte que sea agradable y satisfactorio? ¿Podrías dar cuenta de tu servicio confiado de que has hecho la voluntad de Dios en la tierra?

Creo que todos anhelamos oír palabras de encomio que nos hagan sentir felices de haber hecho un trabajo excelente. En aquel día cuando estemos ante la presencia de Dios se hará una evaluación al trabajo que hicimos cuando estábamos en la tierra, y aunque no debemos servir al Señor por recompensas, deberíamos trabajar con interés en ellas, ya que ellas están ligadas al agrado de Dios en el trabajo que hacemos para Él.

En 1 Corintios 3:12-14 la obra de Dios es comparada a un edificio en construcción. El texto dice: "Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará. Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa." Vemos por esta Escritura que en el Reino de Dios el trabajo que hacemos tiene un valor especifico que determina si nuestro trabajo es en vano, o si es digno de recompensa.

En primer lugar, Dios compara el trabajo de algunos como edificación de oro, plata, o piedras preciosas. En la economía de este mundo estos minerales contienen gran valor monetario por ser de gran belleza, durabilidad, y la escasez de los mismos. Es decir, que cuando hacemos un trabajo que agrada a Dios, a sus ojos es algo hermoso y digno de admirar, tiene un valor espiritual que no podemos calcular. Pero la realidad es que así como los metales preciosos son difíciles de encontrar en la tierra, en el reino de Dios no abundan este tipo de obras.

¿Por qué escasean las obras de oro, plata y piedras preciosas en la iglesia de Cristo? Creo que hay varias razones, pero una de las principales es la motivación con la que hacemos las cosas. Es extremadamente importante examinar nuestros corazones para detectar que nos impulsa a servir en el Reino de Dios. De esta forma, quizás, podemos descubrir si nuestras obras son una pérdida de tiempo o si tienen valor para Dios. Muchos comparan las obras de metales preciosos con la enseñanza y predicación de la Palabra que no tiene contaminación.

En segundo lugar, el Espíritu le revela al apóstol Pablo que hay obras de madera, heno, u hojarasca. Estos tres elementos también poseen características en común. Vemos que estos materiales son de poco valor comparados con uno de los primeros, no tienen durabilidad y es fácil obtenerlos.

Además, mientras que los metales y minerales preciosos se purifican en el fuego; la madera, el heno y la hojarasca se consumen en el. Muchos comparan estas obras a la enseñanza y predicación basadas en la sabiduría humana y tradiciones de los hombres. Pero aunque enseñemos la sana doctrina, debemos velar nuestros corazones para que todo lo que hagamos sea hecho en amor, siendo dirigidos por el Espíritu.

En aquel día, el fuego de Dios probará las obras de cada creyente y manifestara que tipo de obra es. Es decir, que ahora mismo no sabemos de que material son nuestras obras. Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios. (1 Corintios 4:5 RVR60)

Un día se va evaluar todo trabajo espiritual que hemos hecho en la tierra, y sólo la labor que se ha hecho en sumisión a la voluntad de Dios; solo el trabajo que se ha hecho con la actitud correcta recibirá recompensa en el día del tribunal de Cristo.

 

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