Juan 14:27 La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.
En los últimos años, hemos visto a la humanidad sufrir un intenso ataque de las fuerzas de las tinieblas. Los espíritus malignos trabajan para que las almas no reciban el mensaje de salvación. Y para los que han nacido de nuevo, las fuerzas demoníacas trabajan para esclavizarlos en elpecado otra vez.
Una de las armas que Satanás usa contra el creyente es el temor. El miedo es una de sus herramientas más eficaces. Cuando alguien es controlado por el temor, no puede hacer la voluntad de Dios. Esa persona siempre cuestionará el propósito de Dios en su vida.
Naturalmente, el temor puede ser una emoción razonable cuando nos enfrentamos a un peligro. Si hay una amenaza contra nuestras vidas, es natural que surja una alarma en nuestro ser. Pero cuando esta emoción está fuera de control, actuaremos de una manera irracional, huyendo de un mal que no existe. Pro. 28:1 Huye el impío sin que nadie lo persiga; Mas el justo está confiado como un león.
El Señor Jesucristo sabía que después de su partida sus discípulos tendrían que enfrentar el miedo. Por esto, antes de ir a la cruz, preparó a sus seguidores armandolos con su paz. Un cristiano no puede tener la paz de Dios y al mismo tiempo vivir en temor. Aunque vengan momentos de ataque en los que sintamos turbación, ese no es nuestro estado normal. Cada vez que el miedo aparezca, podemos vencerlo con la paz de Dios. Su paz es arma de guerra espiritual contra el temor.
Antes de ir a la cruz, el Señor Jesucristo dejó en claro que su paz no es como la paz que el mundo da. En el mundo, paz significa ausencia de problemas o conflictos. Pero en Dios, tener paz significa estar tranquilo a pesar de enfrentar conflictos. Y esa tranquilidad viene de la seguridad que nos da su presencia.
Podemos tener paz al saber que no andamos solos, que Él prometió estar con nosotros para siempre. Isaías 41:10 No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.
En estos días de pánico y miedo, escuchemos el consejo de Dios que nos ordena a no turbarnos. No importando cuales sean las malas noticias que eschuchemos, podemos confiar en sus promesas y su fidelidad. Si hemos nacido de nuevo, tenemos el poder de enfrentar el temor. Podemos vivir en paz en medio de la guerra.