LA ORACIÓN MODELO (continuación).

                                                                                                                                                                                                      

Mateo 6:11-13 – «El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy…» Después de haber alabado al Señor y pedido por las cosas concernientes al reino, el creyente puede presentar sus necesidades al Padre. La necesidad más básica para el hombre vivir es el alimento. Hay muchos que padecen y mueren de hambre en el mundo. Esto es realmente lamentable.

Pero cuantos millones de personas están comiendo a diario sin saber ni pensar que es Dios quien provee para ellos. Muchas veces los hijos de Dios somos culpables de lo mismo. Laboramos y nos esforzamos en ganar el dinero necesario para vivir en esta sociedad y luego comemos pensando que por nuestro esfuerzo estamos satisfechos. En esta petición aprendemos a depender de Dios para nuestro sustento y el de nuestros familiares.

«Y perdona nuestras deudas (ofensas)…» En el texto griego la palabra que se usa es «opheilēma» que significa deuda, ofensa, o moralmente hablando, falta. Cuando pecamos contra alguien estamos endeudados con esa persona. Al ofender causamos una herida en el corazón del ofendido provocando así un clamor por justicia o restitución. Cuando pecamos contra Dios estamos insultando su santidad. Notemos que para que nuestra deuda sea perdonada por Dios se da por sentado que nosotros estamos perdonando a nuestros deudores.

El declaró: «el que tiene misericordia alcanzará misericordia.» Este es un principio espiritual muy poderoso y de suma importancia. Satanás conoce la Escritura y cuando ve que hay un creyente que guarda resentimiento y enojo contra su prójimo, él sabe por la palabra de Dios que tiene acceso para atormentar ese creyente. De nada vale que pasemos horas orando a Dios si aun no hemos perdonado a aquellos que nos han ofendido. Solo cuando hemos perdonado de corazón podemos pedir al Padre que también perdone nuestras deudas.

«Y no nos metas en tentación…» Debemos entender que Dios siendo Santo y Puro nunca tienta a nadie. En Santiago 1:13-14 dice: «Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido.» Aunque Dios no tienta a nadie sí hay momentos en que él permite que el creyente entre en una tentación para que su fe sea probada como es el caso de José con la mujer de Potifar. Aun Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo (Mat. 4:1).

¿Si Dios permite que lleguen estos momentos en la vida del creyente porque Jesús provee esta petición dentro del modelo de oración que esta enseñando? Aunque Dios permite que el creyente entre algunas tentaciones con el propósito especifico de probar su fe como se prueba el oro, en la mayoría de los casos, como ya vimos en el libro de Santiago, somos tentados a causa de la seducción de los deseos carnales. Esta petición es una arma preventiva en el arsenal que Dios ha provisto para el creyente. La tentación es como el veneno que entra en tu sangre pero la oración es el antídoto. Mateo 26:41 – «Velad y orad, para que no entréis en tentación…»

«mas líbranos del mal…» Muchas veces vienen males a nuestras vidas a causa de nuestra pereza en cuanto a la oración. Cuando hablo de males me refiero a ataques sobrenaturales del reino de las tinieblas. Por supuesto que como hijos de Dios en el mundo tendremos aflicción, pero a pesar de ello el Señor quiere que seamos victoriosos sobre las fuerzas del mal. Según algunos comentaristas, la palabra ponēros que se usa para «mal» en el griego puede traducirse «maligno.» Es decir que en esta petición lo que se está pidiendo es que seamos librados del maligno, Satanás. La actividad demoníaca contra los hijos de Dios se ha intensificado en estos últimos días. Hoy mas que nunca debemos utilizar esta arma poderosa que Dios nos ha dado en la oración para pedirle a nuestro Padre celestial que nos libre del maligno.

«porque tuyo es el reino…» Una vez que que concluimos con nuestras peticiones debemos finalizar con alabanza. El Padre le ha dado el reino a su Hijo para que un día él reine sobre las naciones con vara de hierro. Esto se cumplirá cuando Jesucristo establezca su reino de mil años sobre la tierra. Pero cuando todo enemigo haya sido eliminado, Cristo entregará el reino al Padre. 1 Corintios 15:24-25 lo dice claramente: «Luego el fin, cuando entre el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia. Porque preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. Versículo 28 dice: «Pero luego que todas las cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos.

«el poder…» Todo poder (gr. dynamis) procede de nuestro Dios porque él es poder. En el universo existen muchas criaturas que poseen grandes poderes en el ambito espiritual y en el material, pero solo Dios posee poder absoluto. Recordemos que los nombres y titulos que le pertenecen hablan de su naturaleza. La palabra nos enseña que él es el Omnipotente y en otras partes es llamado el Todopoderoso. Cuando oremos recordemos que le estamos pidiendo a aquel que todo lo puede.
«y la gloria…»  El diccionario Vine traduce la palabra griega doxa como: «una opinion, estimacion, reputación;» en el N.T., siempre «buena opinion, alabanza, honor, gloria, una apariencia que merece respeto, magnificencia, excelencia, manifestación de gloria;» por ejemplo, la potestades angelicales, con respecto a su estado que demanda reconocimiento, «dignidad,» 2 Ped2:10; Jud.1:8.

«por los siglos de los siglos…» Esta es una expresión que simplemente quiere decir que de Dios son estas cosas por toda la eternidad. En esta dimensión en la que vivimos estamos confinados dentro del tiempo y el espacio. Es dificil para nuestra mente finita captar el significado de esta expresión. Entendemos que significa en nuestra mente, pero en la experiencia vivimos en un mundo pasajero que va en decaimiento. Todo es vanidad debajo del sol declaro el Predicador en Eclesiastes. Todo es vanidad pero Dios reina para siempre.

LA ORACIÓN MODELO

En el sermón del monte nuestro Señor Jesús nos enseña como debemos orar (Mat. 6:9-13).  En estos versículos encontramos instrucciones claras que nos guían a una vida de oración victoriosa.  Sin embargo, parece que los discípulos se habían olvidado de la lección dada por el maestro en este sermón. En una ocasión al ver a Jesús orando sintieron un gran deseo de aprender a orar (Lucas 11:1).  Le dijeron al Señor, «enséñanos a orar como Juan enseñó a sus discípulos.» El Señor les volvió a repetir la enseñanza que había dado en el monte de los Olivos. Es necesario recalcar que Jesús no les dice  que deben de orar esta oración, mas bien que de esta forma debían orar. En otras palabras, esto es un «por ejemplo.»

 «Vosotros, pues, orareis así. Padre nuestro…» En todas las oraciones que encontramos en el Antiguo Testamento no hay ni un solo caso donde alguien se haya dirigido hacia Dios como Padre. Solo en el libro de Isaías capítulo 63:16 y en el capítulo 64:8 vemos que el profeta proclama a Jehová como padre de Israel. Pero tenía que venir Jesucristo para que fuéramos adoptados en la familia de Dios y así poder tener comunión con Dios de Padre a hijos (Galatas 4:5; Efesios 1:5). También dice en Romanos 8:15 que hemos recibido el Espíritu de adopción por el cual clamamos Abba Padre. Gracias al Señor Jesús ahora podemos llamar a Dios nuestro Padre.

«Santificado sea tu nombre…» Después que dirigimos nuestra voz al Padre es necesario exaltar su nombre. Esta expresión contiene dos cosas. Primero, el que clama esta pidiendo por algo espiritual. Específicamente, que en el planeta tierra donde tanta gente blasfema el nombre de Dios, Él haga santificar su nombre. Santificar significa separar o apartar. Es decir que debemos desear que el nombre de Dios sea reverenciado en la tierra. Segundo, esta oración es también una alabanza donde reconocemos que su nombre es digno de reverencia.

«Venga tu reino…» El salmo 97 dice: «Jehová reina, regocíjese la tierra.» ¿Porque pues debemos pedir que venga su reino? Porque en la tierra hay otros reinos que son contrarios al reino de Dios. A pesar de que estos reinos existen sabemos que el reino de Dios esta por encima de ellos y que él hace su voluntad en ellos como esta escrito en el libro de Daniel. Pero lo que esta petición encierra tiene que ver con la manifestación del reino de Dios en la tierra. El reino de Dios se ha acercado a la tierra en forma espiritual, pero viene el día cuando él derribará los reinos de las naciones. Viene el día cuando esta petición será contestada. En Apocalipsis 11:15 dice: «El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos.»

«Hágase tu voluntad…» «Todo lo que Jehová quiere, lo hace, en los cielos y en la tierra, en los mares y en todos los abismos.» Salmo 135:6. Dios posee soberanía total en todo el universo, pero después que nació la maldad en el corazón de Lucero, conviertiendose así en Satanás, surgió otra voluntad opuesta a la voluntad de Dios. Este enemigo de la Deidad logro engañar a Eva y depositó en ella la semilla de la iniquidad que produjo el pecado que contaminó la humanidad. En el pecado el hombre se rebeló contra Dios y hoy en día la mayoría de la gente vive de acuerdo a su voluntad y no la voluntad de Dios. No obstante, Dios aun hace su voluntad en la tierra aunque haya muchos que se opongan a la misma. Una vez mas tenemos prueba de esto en el libro de Daniel. «Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y Él hace según su voluntad en en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?» (Daniel 4:35).

Pero lo que Jesús nos enseña es que debemos pedir que la voluntad de Dios se haga en la tierra como es hecha en el cielo.En el cielo la voluntad de Dios es perfecta. No hay voluntades contrarias a la voluntad de Dios como lo hay en la tierra. Dios quiere traer a la tierra lo que hay en el cielo. En el cielo no hay muerte ni enfermedad. No existe la pena ni el dolor. En el cielo no hay fatiga ni cansancio. En el cielo hay paz y gozo inefable porque la gloria de Dios lo llena todo y no hay resistencia a su voluntad. Debemos siempre orar que la voluntad de Dios se haga en la tierra como es hecha en el cielo. Pero mas que eso, como habitantes de este planeta, es necesario pedir que en nuestras vidas individualmente se haga la voluntad de Dios como en el cielo.

(continuará).

 

LA ORACIÓN EN EL NUEVO PACTO

Mat. 6:05
Nuestro Señor Jesús menciona la oración por primera vez en el discurso del monte de los Olivos cuando nos manda a orar por nuestros enemigos, por aquellos que nos ultrajan y persiguen (Mateo 5:44). En el capítulo 6:5 el Señor expone el protocolo que el creyente debe seguir cuando ora a Dios.

Lo primero que debemos evitar es la hipocresía y el deseo de exhibirnos como gente de oración. La hipocresía es un problema grande a la hora de orar porque muchas veces doblamos nuestras rodillas, pero nuestro corazón sigue erguido ante la presencia de Dios. La hipocresía tiene que ver con un actitud que no es sincera.

Sabemos que el templo es casa de oración a Dios y que al venir al altar estamos honrando a Dios al tener comunión con Dios. Sin embargo, hay una oración que es de intimidad con Dios que no debe ser descuidada. Es la oración del lugar secreto donde nos encerramos en nuestra habitación para estar a solas con Dios. Es interesante que el Señor le llama al lugar santisimo su lugar secreto (Ezekiel 7:22). Vemos que Jehová amonesto a los profetas de Israel cuando profetizaban en su nombre sin él haber hablado. Dios les dijo «Porque ¿quién estuvo en el secreto de Jehová, y vio, y oyó su palabra? ¿Quién estuvo atento a su palabra, y la oyó?» (Jeremías 23:18) Y otra vez «Pero si ellos hubieran estado en mi secreto, habrían hecho oír mis palabras a mi pueblo, y lo habrían hecho volver de su mal camino, y de la maldad de sus obras.» (Jeremías 23:22)
Cuando buscamos a Dios en el secreto somos recompensados en publico. Esto es lo que dice el libro de Hebreos: «Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.» (Hebreos 11:6) La palabra galardonador significa premiador. Dios nos premia por buscarle. Esto es impresionante.
Algo mas que debemos evitar al orar es caer en vanas repeticiones. Jesús nos muestra que este era un problema mayormente de los gentiles. Así como nosotros queremos escuchar palabras que salen del corazón cuando conversamos con alguien, Dios también busca que hablemos con él con palabras de verdad. Jesús no hablo de las repeticiones sino de las vanas repeticiones. La diferencia es que algunos repiten la oración o las palabras derramando su alma ante Dios, mientras otros repiten para ser palabreros que quieren impresionar al Señor. Otros repiten la oración en un rosario continuo que carece de significado para Dios.

Ya Dios sabe de que cosas tenemos necesidad. No es necesario repetirle a Dios las cosas como si él fuera olvidadizo.  ¿Porque entonces tenemos que pedir? Creo que es cuestion de relacion. Un niño le pide a su padre o a su madre, no a un extraño. Por su gracia hemos sido salvos  y hechos hijos de Dios. Acerquémonos confiadamente a nuestro Padre celestial y disfrutemos de nuestro Dios.