JUDAS 1:11-13

Tree, Dead, Wood, Moss, Fallen, Log, Decay, Decayed¡Ay de ellos! porque han seguido el camino de Caín, y se lanzaron por lucro en el error de Balaam, y perecieron en la contradicción de Coré. 12 Estos son manchas en vuestros ágapes, que comiendo impúdicamente con vosotros se apacientan a sí mismos; nubes sin agua, llevadas de acá para allá por los vientos; árboles otoñales, sin fruto, dos veces muertos y desarraigados; 13 fieras ondas del mar, que espuman su propia vergüenza; estrellas errantes, para las cuales está reservada eternamente la oscuridad de las tinieblas.

Una de las palabras más temibles en la Biblia es “ay.” Como nos dice el diccionario de español, esta palabra se usa “para expresar muchos y muy diversos movimientos del ánimo, y más ordinariamente aflicción o dolor.”

Este vocablo denota pena, temor, conmiseración o amenaza. Pero cuando encontramos este quejido o suspiro en la palabra de Dios, sabemos que el fin de aquellos a quienes se les habla es de perdición y condenación de sus almas.

Hay un lamento de parte de Dios para aquellos que habiendo conocido la verdad, luego se extravían y se rebelan contra el Señor. Es lamentable que haya personas que habiendo seguido el camino del evangelio, luego caigan en el engaño de Satanás.

Dice el escritor que han seguido el camino de Caín. En el libro de Génesis capítulo 4 tenemos la historia de la ofrenda que Caín y su hermano Abel trajeron al Señor, y como la ofrenda de Abel fue aceptada, mientras que la de Caín fue rechazada por Dios.

Cuando Caín vio esto, su corazón se llenó de odio y de envidia contra su hermano. Ese odio lo llevó a cometer el primer homicidio entre los hombres. Lo que quiere decir que toda persona que engaña a los hermanos con falsa doctrina se convierte en asesino espiritual.

Sin embargo, los “soñadores apóstatas” no solo siguen el camino de Caín, sino que también caen en el error de Balaam, el profeta que se alquiló a los enemigos del pueblo de Israel (Números 22:1-35).

Balac, rey de Moab, le pidió a Balaam que maldijera al pueblo de Israel para ver si de esa manera él pudiera destruirlo en batalla. Pero cuando Balaam consultó a Jehová, el Señor le prohibió tajantemente que hiciera tal cosa.

Aun así, Balaam tenía tanto amor al dinero, que él siguió insistiendo por el permiso de Dios para atender a la petición de Balac. La codicia es uno de los males más grandes que amenaza a los ministros de Dios. El amor al dinero hace que muchos siervos de Dios que comenzaron bien en el ministerio, luego terminen negociando con las ovejas que Dios les había entregado.

En el caso de Balaam vemos que cuando él no pudo maldecir al pueblo de Dios, entonces le enseñó a sus enemigos como hacerlos tropezar para que Dios mismo los destruyera por su desobediencia (Apocalipsis 2:14; Números 31:16).

Cuando el corazón de un predicador o maestro de la palabra de Dios se llena de codicia, será capaz de torcer lo que dice la Biblia, siempre y cuando le sea de beneficio personal.

Judas también hace mención de Coré, otro rebelde que pereció por haberse levantado contra Dios. En Números 16:1-35 tenemos el caso de Coré, Datán, y Abirám quienes se rebelaron contra el liderazgo de Moisés y Aarón.

Estos hombres estaban cansados de estar bajo la autoridad que Dios había establecido y no reconocían la investidura que estaba sobre Moisés. Querían ver un cambio de administración, y en su altivez, sugerían que ellos como levitas también eran dignos de ocupar ese lugar de autoridad.

Lo que estos hombres no sabían es que cuando uno se opone a la autoridad que Dios ha establecido, se está oponiendo a Dios mismo.

Romanos 13:1 Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. 2 De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos.

El resultado de la rebelión es la muerte. La Biblia nos dice que Coré y sus seguidores perecieron al ser tragados vivos por la tierra.

En los siguientes versículos, Judas nos da varias características de los perversos que entran para traer división y engaño en la congregación.

Veamos qué son estos hombres para Dios:

Manchas en vuestros ágapes… Los ágapes o “fiestas de amor” eran reuniones de comunión y confraternidad entre los hermanos, en las que se reunían para fortalecerse en la fe y en las que siempre compartían alimentos unos con otros.

Nubes sin agua – Cuando uno está en un desierto y el cielo está bien nublado, se espera que esas nubes traigan la lluvia que sacie la sed de los que languidecen por falta de agua. Pero cuando a pesar de que el cielo está oscuro a causa de las nubes, no cae ni una gota de agua, las nubes solo han servido para crear un día tenebroso y desalentador.

Asimismo, toda persona que viene como maestro de la Biblia, prometiendo darles a los oyentes una gran revelación de la Palabra, y trae un mensaje contrario a la sana doctrina, es una gran decepción para las vidas que esperan el refrigerio que da la Palabra de Dios.

Árboles otoñales – Otra caracteristica del predicador o maestro apostata es que es parecido al árbol que pierde su hojas y frutos en el otoño, que no provee alimento al hambriento ni una sombra donde uno pueda cobijarse.

Judas añade que son árboles dos veces muertos y desarraigados. Tienen doble muerte porque, en primer lugar, ellos recibieron vida cuando el mensaje del evangelio los vivifico, pero después que cayeron en apostasía, volvieron a caer en muerte espiritual.

Fieras ondas del mar – Otra descripción de aquellos que llevan a un pueblo o una persona al error es que son como las olas de una tormenta que no se pueden detener, trayendo ruina y destrucción por doquiera que van.

Estrellas errantes – Se les llama estrellas porque pretenden emitir luz a los que están en tinieblas, pero a diferencia de las estrellas que mantienen una posición firme en el firmamento, estos maestros andan de un a lado a otro, destinados para las tinieblas de la condenación.

No olvidemos que el mensaje que el Espíritu Santo nos quiere transmitir en esta epístola es que debemos velar para que no perdamos la fe que una vez nos fue dada a través del evangelio de Cristo.

JUDAS 1:8-10

8 No obstante, de la misma manera también estos soñadores mancillan la carne, rechazan la autoridad y blasfeman de las potestades superiores. 9 Pero cuando el arcángel Miguel contendía con el diablo, disputando con él por el cuerpo de Moisés, no se atrevió a proferir juicio de maldición contra él, sino que dijo: El Señor te reprenda. 10 Pero éstos blasfeman de cuantas cosas no conocen; y en las que por naturaleza conocen, se corrompen como animales irracionales (Judas 1:8-10)

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Habiendo dado algunos ejemplos de la apostasía y sus  consecuencias, Judas vuelve a referirse a los hombres que mencionó en el versículo 4, quienes  se han infiltrado en la iglesia para traer engaño y división.

Él les llama “soñadores” porque esta suele ser una de las características de los engañadores, los que surgen con un mensaje diferente al evangelio de Cristo. Casi siempre se introducen a la congregación o al creyente que desean conquistar, con un sueño o una visión «fresca» para la iglesia.

I. El pecado de los soñadores apóstatas

Judas dice que así como los rebeldes de Israel, o los ángeles caídos, o las ciudades de Sodoma y Gomorra, estos soñadores mancillan la carne. Mancillar significa manchar, contaminar.

En el Nuevo Testamento la palabra carne casi siempre se utiliza para referirse a la naturaleza pecaminosa del ser humano, o a los deseos malignos en nuestros cuerpos. Pero en esta ocasión la connotación tiene que referirse simplemente al cuerpo humano, ya que la naturaleza caída de la carne está siempre en contra del Espíritu.

¿Cómo se contamina el cuerpo o la carne?

Hay pecados que son contra el cuerpo, especialmente el de la fornicación. 1 Corintios 6:18 Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca. Vemos por esta escritura que el que fornica no simplemente le hace daño a su hombre interior, sino que aun su cuerpo físico es dañado por el pecado.

2 Corintios 7:1 Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.

II. Rechazo de la autoridad

La palabra autoridad en este texto viene del griego kuriotes que se puede traducir dominio, gobernadores, señorío. Es muy difícil que un apóstata logre arrastrar seguidores de alguna congregación sin levantarse en contra de los líderes que Dios ha puesto sobre su pueblo. Cuando alguien rechaza las autoridades dentro y fuera de la iglesia, debemos tomar en cuenta tal comportamiento como una señal de rebeldía.

Hay muchas personas que no quieren saber de la autoridad, sea esta en el mundo, o dentro de la iglesia. Sin saberlo, estas personas están siendo influenciadas por Satanás, el primer rebelde en el universo. No quiero decir con esto que toda oposición a un gobierno o liderazgo esté en contra de la voluntad de Dios. Creo que podemos oponernos a la maldad que cometen muchos que están en autoridad, pero todo debe hacerse en orden, siguiendo las pautas establecidas por Dios.  

III. Blasfemia de las potestades

Existe otro fenómeno que se manifiesta en los “soñadores” apóstatas y es que tienen sus bocas llenas de maldición, especialmente hacia las potestades superiores. El término potestades superiores es una traducción de la palabra griega doxa que significa literalmente “gloria” y que puede referirse a dignidades terrenales y angelicales.  

IV. Contienda por el cuerpo de Moisés (vv. 9)

En este versículo Judas hace un contraste entre las blasfemias de los impíos que hay infiltrados en la iglesia y el comportamiento del arcángel Miguel en su lucha con el diablo.

Primeramente, ¿quién es Miguel? Hay algunos comentaristas y teólogos que se han atrevido a sugerir que este es Jesucristo en forma angelical. Pero no hay en las Escrituras ninguna evidencia de esto sea así. En Daniel 10:13 él es llamado “uno de los principales príncipes.” Colosenses 2:9 nos dice que en nuestro Señor Jesús “habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad.” Jesús no es un ser creado, sino que por medio de él fueron hechas todas las cosas (Colosenses 1:16). Miguel es un arcángel, es decir, el capitán o líder de las huestes angelicales.

En cuanto a la contienda por el cuerpo de Moisés no tenemos referencia de tal evento en ninguna otra parte de la Biblia. Sabemos que Dios hizo que antes de morir Moisés se despidiera del pueblo de Israel, para luego encargarse de enterrar a su siervo (Deuteronomio 34:6). No solo lo enterró personalmente, sino que mantuvo en secreto el lugar de su sepultura.

Hay muchas opiniones y especulaciones en cuanto a la razón por la cual Dios hizo esto, pero en verdad no se nos explica nada. Que Dios haya escondido la tumba de Moisés debido a que luego los israelitas lo podían idolatrar, es simplemente una suposición que sostienen algunos.

Sin embargo, si el hecho de que Dios le hiciera el funeral a uno de sus siervos parece extraño, también es extraño que Satanás se interesara en el cuerpo de ese hombre. Toda persona que muere en el Señor tiene garantizada la resurrección de su cuerpo cuando el Señor venga por su iglesia. Pero, ¿porqué, de entre todos los santos del Antiguo Testamento, el diablo tuvo interés en robarse el cadáver de Moisés?

Es aparente que Dios tenía planes con Moisés ya que lo encontramos en la transfiguración de nuestro Señor Jesucristo junto a Elías (Mateo 17:1-3)

Ningun hombre sabía donde Dios había enterrado a Moisés, pero parece que al diablo le fue permitido tener dicha información. El diablo sabía que Dios no había hecho cosa semejante con ningún otro hombre, por lo tanto, decidió robarse el cuerpo del varón de Dios.

V. Miguel no maldijo, ni insultó

Cuando Satanás estaba listo para echar mano de ese cuerpo, Dios envió a su arcángel para proteger la propiedad de Dios y de Moisés. Así es, Dios es el dueño de nuestros cuerpos, quien también nos dará un cuerpo de gloria en la resurrección.

Cuando Miguel tuvo que contender con el diablo, el texto dice que entró en una disputa, lo quiere decir que esta fue una batalla verbal donde las palabras eran las armas de guerra. Pero aunque Miguel era un arcángel con el respaldo de la autoridad de Dios, él no se atrevió a lanzar palabras de maldición contra el enemigo.

Cuántas veces muchos de nosotros caemos en el error de decir palabras obcenas en contra del diablo y sus demonios. El hacer cosa semejante nos quita la autoridad espiritual que Dios nos ha dado.

Miguel sabía que tenía autoridad delegada, pero no excedió su nivel de autoridad. Aunque Satanás era la cabeza de un reino contrario al reino de Dios, Miguel no cayó en el error de maldecir al querubin rebelde. Él sabía que solo el Señor era digno y capaz de reprenderlo efectivamente. 

Por esto pronunció unas palabras que podrían considerarse como la oración de un ángel. “Que el Señor te reprenda”, dijo el ángel guerrero. Con estas palabras derrotó al ladrón y mantuvo así su lugar de autoridad en las huestes celestiales.

2 Pedro 2:10 y mayormente a aquellos que, siguiendo la carne, andan en concupiscencia e inmundicia, y desprecian el señorío. Atrevidos y contumaces, no temen decir mal de las potestades superiores,
11 mientras que los ángeles, que son mayores en fuerza y en potencia, no pronuncian juicio de maldición contra ellas delante del Señor.

VI. Ignorancia del mundo espiritual

A diferencia de los ángeles de Dios, el hombre no teme traspasar los linderos de autoridad, y suele hablar descomedidamente de lo que no sabe ni entiende, especialmente del mundo espiritual.

Lo que quiere decir que cuando hacemos guerra espiritual debemos tener cuidado como nos dirigimos a los principados y potestades sabiendo que no podemos blasfemar no sea que el enemigo gane ventaja sobre nosotros. Cuando un creyente ignora este principio espiritual, Satanás y sus demonios se van a aprovechar de su ignorancia para hacerlo caer en blasfemias que le quiten la autoridad que Dios le ha dado.

VII. Corrupción en lo natural

Judas nos sigue diciendo que estos hombres no solo blasfeman de lo que desconocen, sino que también en lo que conocen, a saber lo natural, se corrompen como si fueran animales irracionales.

Aquellos que hablan mal de los que están en autoridad tienen algo en común con los animales. Los animales no tienen el razonamiento para entender o conocer el mundo espiritual. De la misma manera, toda persona que maldice las potestades, aunque estas sean del reino de las tinieblas, está en efecto abriendo las puertas a muchos males contra su vida.

2 Pedro 2:12 Pero éstos, hablando mal de cosas que no entienden, como animales irracionales, nacidos para presa y destrucción, perecerán en su propia perdición,

Que Dios nos ayude a mantenernos fieles a su palabra y no caer en la apostasía que está arropando la tierra.