DANIEL 5

LA ESCRITURA EN LA PARED

Si analizamos lo que Dios quizo enseñarnos con la experiencia del rey Belsasar, aprenderemos que él no toma a la ligera la profanación de sus cosas consagradas, que él pesa a los que gobiernan las naciones, y que hace juicio en el reino de los hombres.

Daniel 5 contiene otra de las historias más conocidas de la Biblia. Lo que la hace bien conocida es nuestro interés en el milagro que Dios hizo para revelarle al rey Belsasar su sentencia. Pero es necesario que nos preguntemos qué pecado hizo este rey para que Dios se comunicara con él tan dramáticamente.

Primeramente, debemos de hablar un poco acerca de quien era Belsasar. Por muchos años no se sabía quien era este rey, y los críticos del libro de Daniel decían que la historia del capítulo cinco era una obra de ficción, ya que en los libros de historia nunca existió un rey con este nombre.

Pero alrededor de 1845, unos arqueólogos encontraron una tableta en escritura cuneiforme con datos acerca del reino de Nabonido. En ella se registra que como al rey Nabonido no le gustaba la ciudad de Babilonia, entonces dejó a Belsasar su hijo a cargo del gobierno de la ciudad principal del Imperio Babilonio.

Aunque Nabonido no era parte del linaje de Nabucodonosor, Belsasar es llamado hijo de él en el sentido de su posición real. En otras palabras, Nabucodonosor era padre de él como su predecesor.

La siguiente lista nos puede ayudar a entender la cronología de los reyes babilonios:

  • 626 AC – 605 AC Nabopolasar
  • 605 AC – 562 AC Nabucodonosor
  • 562 AC – 560 AC Evil-Merodac
  • 560 AC – 556 AC Neriglissar
  • 556 AC – **** Labashi-Marduk
  • 556 AC-539 AC Nabonido

Nabonido fue un oficial de la realeza y diplomático que sirvió bajo el rey Nabucodonosor. Fue durante su reinado que Babilonia cayo en manos de Ciro. Él estuvo fuera de Babilonia la mayor parte de su reinado y durante su ausencia, él dejó a su hijo, Belsasar, como gobernante de Babilonia y comandante de la mayor parte de su ejército.

Por Gayle Evers

Belsasar fue un rey débil y malvado quien parece no tomaba en serio la amenaza de sus enemigos. Cuando él hizo el banquete a sus príncipes, Babilonia estaba sitiada por los persas quienes de seguro llevaban semanas o meses tratando de penetrar la ciudad.

Según los eruditos en historia, el sitio de una ciudad duraba mucho tiempo. Usualmente un ejército rodeaba una ciudad tratando de penetrar sus muros, y a la misma vez impidiendo la salida de sus ejércitos. Cuando el agua y el alimento se terminaban, entonces los soldados y habitantes dentro de la ciudad se veían obligados a salir y pelear.

Sin embargo, Babilonia tenía murallas dobles, consideradas impenetrables y no tenían problema de escasez de agua o alimento. Tenían la ventaja de que el río entraba por debajo de los muros y pasaba por en medio de la ciudad, lo cual les permitía sostenerse y mantenerse del ganado y los alimentos que habían guardado.

Belsasar estaba tan confiado en la seguridad de esos muros que simplemente ignoró el sitio de Ciro rey de Persia, y decidió hacer un banquete para disfrute de él y sus príncipes.

I. Sacrilegio de los vasos del templo

El capítulo 5 versículo 1 nos dice que Belsasar hizo un gran banquete a mil de sus príncipes, y en presencia de los mil bebía vino. Cuando él comenzó a sentir los efectos del vino, entonces ordenó que trajesen los vasos de oro y de plata que el rey Nabucodonosor había traído del templo de Jerusalén (2 Crónicas 36:7, 18).

Este acto de parte del rey no vino por un deseo de honrar a sus príncipes y las concubinas que tenía, sino que su intención era hacer de esos vasos parte de su adoración pagana. Dice el versículo 4 que ellos «bebieron vino, y también alabaron a los dioses de oro y plata, de bronce, de hierro, de madera y de piedra.

II. Aparición de los dedos

Dice el versículo 5: «En aquella misma hora aparecieron los dedos de una mano de hombre, que escribía delante del candelero sobre lo encalado de la pared del palacio real, y el rey veía la mano que escribía.»

No hay nadie que sepa llamar más la atención que nuestro Dios. El rey estaba lleno de gozo y bastante borracho por la gran cantidad de vino que había bebido, pero desde que Belsasar vio esa mano de hombre aparecer y escribir en la pared, quedó sobrio instantáneamente. El pánico que le vino le hizo palidecer, las coyunturas de sus caderas se le aflojaron, y sus rodillas comenzaron a chocar una contra otra.

III. Nadie podía interpretar la escritura

Al igual que Nabucodonosor cuando no entendía algún misterio, Belsasar llamó a los encantadores, a los caldeos y a los adivinos. Estos eran los sabios de Babilonia; los que estaban supuesto a entender y conocer todo enigma espiritual. Pero cuando estos hombres vieron la inscripción, ni siquiera podían leer lo que estaba escrito. Esto preocupó aun más al rey Belsasar quien seguía perdiendo color en su piel a causa del temor y su preocupación.

IV. Daniel interpreta el escrito

La reina se enteró de lo que estaba pasando y entró a la sala del banquete con información que el rey debía haber conocido. Si la reina tenía esta información, ¿por qué no el rey? La mayoría de eruditos bíblicos coinciden en que esta debió ser la reina madre, esposa de Nabonido.

La reina le dijo así: v. 11-12 «En tu reino hay un hombre en el cual mora el espíritu de los dioses santos, y en los días de tu padre se halló en él luz e inteligencia y sabiduría, como sabiduría de los dioses; al que el rey Nabucodonosor tu padre, oh rey, constituyó jefe sobre todos los magos, astrólogos, caldeos y adivinos, por cuanto fue hallado en él mayor espíritu y ciencia y entendimiento, para interpretar sueños y descifrar enigmas y resolver dudas; esto es, en Daniel, al cual el rey puso por nombre Beltsasar. Llámese, pues, ahora a Daniel, y él te dará la interpretación.»

Para este tiempo se cree que Daniel estaba retirado y ya estaba avanzado en edad. Algunos especulan que Daniel estaba por los ochentas años de edad. Es posible que el profeta fuera llamado solo en casos especiales como este para ofrecer sus servicios al reino.

V. Significado de la inscripción

Antes de interpretarle la escritura al rey, Daniel comenzó relatando la historia de la humillación de Nabucodonosor, la cual debió haber sido una lección para él como heredero de su trono. En vez de eso, Belsasar se ensoberbeció contra Dios al tomar los vasos consagrados a Jehová para beber y para adorar a sus dioses.

Una de las frases más impactantes en su mensaje es cuando Daniel le dice: «y al Dios en cuya mano está tu vida, y cuyos son todos tus caminos, nunca honraste.»

La escritura dice MENE, MENE, TEKEL, UPARSIN. Ahora bien, en cuanto a la interpretación, vamos a notar una variación en la ultima palabra. Peres es la forma singular de Uparsin. Literalmente se pueden traducir como «contado, pesado, y dividir.»

MENE: Contó Dios tu reino, y le ha puesto fin.

TEKEL: Pesado has sido en balanza, y fuiste hallado falto.

PERES: Tu reino ha sido roto, y dado a los medos y a los persas.

Algo más que debemos notar es que estas eran palabras comunes que cualquier caldeo podía entender. ¿Cómo es posible que los sabios no las pudieron leer?

Hay muchas opiniones al respecto. Hay quienes dicen que quizás las palabras fueron escritas sin vocales. Otros creen que la inscripción estaba hecha en un bloque de letras que no formaban una oración especifica. O quizás el Señor, simplemente confundió el entendimiento de esos hombres. En Isaías 44:25, el Señor declara «que deshago las señales de los adivinos, y enloquezco a los agoreros; que hago volver atrás a los sabios, y desvanezco su sabiduría.»

VI. Cumplimiento de la profecía

Belsasar recompensó a Daniel con púrpura, un collar de oro, y proclamó que él era el tercer señor en su reino. Sin embargo, Daniel no duró con ese cargo mas que algunas horas, porque esa misma noche los persas lograron penetrar los muros de Babilonia y Belsasar fue asesinado esa noche.

¿Como logró Ciro invadir la ciudad que se consideraba impenetrable? Sin duda que su hazaña fue resultado de la sentencia que Dios había declarado sobre Belsasar. De todos modos, es bueno conocer la estratagema que los medo-persas utilizaron para invadir la ciudad de Babilonia.

Ciro se dio cuenta de que no iba a poder tomar Babilonia esperando que se terminaran sus alimentos, así que él dividió su ejército en tres partes, y colocó una parte en la boca del río Eufrates, puso otra parte de su ejército al otro lado de la ciudad por donde salían las aguas del Eufrates; tomó la otra parte de su ejercito y cavó un canal y desvió el Eufrates. Él le advirtió a las otras partes del ejército que cuando las aguas del río bajaran ellos debía caminar por el cauce del río y tomar la ciudad. Así fue como cayó uno de los imperios más grandes de la historia humana.

DANIEL 4

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Cuando Dios hace una obra en nuestras vidas, lo normal es que le testifiquemos a otros lo que él ha hecho, para que le glorifiquen y aprendan más de sus caminos. Es por esto que Nabucodonosor consideró conveniente declarar las cosas que Dios había hecho en su vida. El testimonio del rey Nabucodonosor nos enseña la soberanía de Dios en el gobierno de los hombres, su aborrecimiento hacia la altivez, y que él puede humillar a los que se jactan en su grandeza.

La salutación

“Nabucodonosor rey, a todos los pueblos, naciones y lenguas que moran en toda la tierra: Paz os sea multiplicada. Conviene que yo declare las señales y milagros que el Dios Altísimo ha hecho conmigo. ¡Cuán grandes son sus señales, y cuán potentes sus maravillas! Su reino, reino sempiterno, y su señorío de generación en generación.” Daniel‬ ‭4:1-3‬

En su saludo a los lectores de este escrito, podemos percibir el carácter de un hombre que ha sido tocado por Dios. Este rey pagano que vivió toda su vida rodeado de idolatría, y con un corazón lleno de crueldad hacia sus enemigos, en este recuento habla con palabras semejantes a las de un salmista, deseando paz abundante para todo el mundo, y exaltando al Dios verdadero.

El sueño y su misterio

Para el tiempo de este escrito, el rey Nabucodonosor ya había conquistado muchas tierras, y había vencido a todos sus adversarios. Su reino era prospero y se sentía seguro en la grandeza y potencia de su ejercito. Fue durante ese tiempo de gloria y grandes riquezas que el Señor le hablo al rey a través de un sueño.

Aunque sabemos que la mayoría de los sueños que tenemos no vienen de Dios, hay momentos en los que él utiliza este medio para tratar con nosotros. Cuando esto ocurre, a veces los sueños son tan fuertes que quedamos impactados en nuestro espíritu y no podemos olvidar lo que hemos visto. Esta fue la experiencia de Nabucodonosor con lo que Dios le había mostrado.

El rey consultó a los astrólogos y adivinos para que le diesen la interpretación del sueño, pero ellos jamas ivan a poder revelar un misterio de Dios. Nabucodonosor tuvo que acudir al hombre que él sabía tenía un espíritu superior. Este era el profeta Daniel sobre quien estaba el Espíritu de Dios.

El rey le contó el sueño a Daniel de la siguiente manera:

“Éstas fueron las visiones de mi cabeza mientras estaba en mi cama: Me parecía ver en medio de la tierra un árbol, cuya altura era grande. Crecía este árbol, y se hacía fuerte, y su copa llegaba hasta el cielo, y se le alcanzaba a ver desde todos los confines de la tierra. Su follaje era hermoso y su fruto abundante, y había en él alimento para todos. Debajo de él se ponían a la sombra las bestias del campo, y en sus ramas hacían morada las aves del cielo, y se mantenía de él toda carne. Vi en las visiones de mi cabeza mientras estaba en mi cama, que he aquí un vigilante y santo descendía del cielo. Y clamaba fuertemente y decía así: Derribad el árbol, y cortad sus ramas, quitadle el follaje, y dispersad su fruto; váyanse las bestias que están debajo de él, y las aves de sus ramas. Mas la cepa de sus raíces dejaréis en la tierra, con atadura de hierro y de bronce entre la hierba del campo; sea mojado con el rocío del cielo, y con las bestias sea su parte entre la hierba de la tierra. Su corazón de hombre sea cambiado, y le sea dado corazón de bestia, y pasen sobre él siete tiempos.” Daniel‬ ‭4:10-16‬

La interpretación

Cuando Daniel escuchó el sueño, él no tuvo que orar pidiéndole al Señor que le hiciera entender el significado de todo esto. Él supo inmediatamente cual era la interpretación, pero la revelación era tan impactante que Daniel estuvo atónito casi una hora. De seguro se preguntaba como le iba a comunicar al rey un mensaje tan fuerte.

El árbol representaba a Nabucodonosor, el cual creció y se hizo grande y fuerte en la tierra. Esto habla de la expansión de su imperio entre las naciones. El follaje hermoso y la abundancia de sus frutos describen la prosperidad y riqueza de este rey y su reino. En cuanto a la sombra del árbol, Nabucodonosor servía de protección a aquellos reyes y pueblos que eran más débiles y necesitaban un aliado como él para mantenerse en pie.

Lo que Dios le muestra acerca de un «vigilante» debe de referirse a un orden de seres angelicales que están para observar lo que ocurre en el reino de los hombres y tienen autoridad de decretar sentencia de parte de Dios. Notemos que en el versículo 17 dice que «la sentencia es por decreto de los vigilantes…»

La Biblia no nos habla más acerca de estos vigilantes, pero en Génesis 19 encontramos a ángeles que actúan como observadores para mirar si la maldad de Sodoma y Gomorra había llegado al colmo. Aunque parte de su misión era rescatar a Lot y su familia, está claro que Dios los envió para que a nosotros nos quedara confirmada la maldad de estas ciudades. (ver Génesis 18:16, 21, 22; 19:1)

Daniel le declaró a Nabucodonosor que las palabras del vigilante era la sentencia del Altísimo sobre él. El rey iba a ser echado de entre los hombres para estar entre las bestias por siete años, pero a pesar de esto su reino no le iba a ser quitado, sino que una vez que reconociera la grandeza de Dios, iba a volver al trono.

La locura del rey

Daniel exhortó al rey a cambiar sus caminos para ver si de esta manera el podía prolongar su tranquilidad en la tierra. Lo que quiere decir que Daniel sabía que esta palabra acerca de Nabucodonosor era firme, y que tarde o temprano se iba a cumplir.

“Al cabo de doce meses, paseando en el palacio real de Babilonia, habló el rey y dijo: ¿No es ésta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad? Aún estaba la palabra en la boca del rey, cuando vino una voz del cielo: A ti se te dice, rey Nabucodonosor: El reino ha sido quitado de ti; y de entre los hombres te arrojarán, y con las bestias del campo será tu habitación, y como a los bueyes te apacentarán; y siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que reconozcas que el Altísimo tiene el dominio en el reino de los hombres, y lo da a quien él quiere.” Daniel‬ ‭4:29-32‬

Creo que cuando leemos esta historia no nos damos cuenta de cuan asombroso fue lo que Dios hizo con el rey Nabucodonosor. Imaginemonos cual sería nuestra reacción si esto ocurriera con el Presidente Obama, el líder de la primera potencia del mundo. En verdad sería una gran humillación para este hombre, su gobierno, y la nación.

Pero la humillación de Nabucodonosor fue una bendición para su vida, porque si Dios lo hubiese dejado andando en su orgullo, nunca hubiese tenido la oportunidad de conocer quien es el Dios verdadero.

Restauración al trono

Después de siete largos años, Dios volvió la mente de Nabucodonosor a su juicio cabal, y lo hizo volver al trono como le había prometido. Después de tanto tiempo viviendo entre los animales y comiendo de la yerba del campo, el rey alzo sus ojos al cielo y pudo recordar el sueño y la razón por la que estaba como una bestia.

Entonces Nabucodonosor reconoció la grandeza de Dios, y su soberanía en la tierra. Y le dio alabanza al único que merece toda la gloria.

Aunque lo normal era que otra persona hubiese tomado control del imperio después del rey caer en la locura, nadie pudo quitarle el trono porque Dios hizo que las raíces del árbol quedaran con vida.

DANIEL 3

Como cristianos nacidos de nuevo, estamos llamados a someternos a las autoridades superiores, porque al someternos a ellas nos sometemos a la autoridad suprema de Dios. Este principio está claramente revelado en Romanos capítulo 13. Sin embargo, cuando la autoridad delegada se subleva en contra del Señor y su palabra, e impone leyes que contradicen la palabra de Dios, entonces nos vemos obligados a desobedecer tales leyes.

En Daniel capítulo 3 tenemos un buen ejemplo de una desobediencia civil que fue aprobada por Dios.

Cuando Ananías, Misael, y Azarías fueron confrontados por el rey de Babilonia, y presionados a postrarse ante una estatua de oro, estos varones prefirieron morir antes que desobedecer a la autoridad suprema de Dios. Necesitamos, pues, aprender de su ejemplo y pedirle al Señor que nos de una convicción y entrega semejante a la de estos siervos de Dios.

I. La estatua de oro

Dice la Escritura que Nabucodonosor hizo una estatua de oro que era bastante alta. Sus medidas eran de sesenta codos de alto, y seis codos de ancho. En el sistema métrico moderno los sesenta codos equivalen a noventa pies de altura, y los seis codos equivalen a 9 pies de ancho.

Dice en Daniel 3:2 que el día de la dedicación de la estatua, el rey invitó a todos sus ministros y oficiales de su reino, pero notemos que Daniel no aparece en esta historia. Es probable que él estuviera de viaje en los negocios del reino, o quizás estuviera padeciendo de alguna enfermedad.

II. Mandato a la idolatría

Una vez que los principales líderes del reino de Nabucodonosor estaban presentes, entonces un pregonero anunció el mandato del rey para ellos y para todos los pueblos, naciones, y lenguas.

El mandato era simple. Cada vez que se tocaran los instrumentos de música de la orquesta del rey, todo ciudadano de los pueblos que estuviesen bajo el imperio babilonio debía postrarse hacia la estatua de oro en adoración.

Debemos notar que esta orden es similar a la que será establecida durante el gobierno del anticristo, cuando el falso profeta hará que a toda persona del mundo se le ponga una marca en la frente on la mano derecha sin la cual no va a poder comprar ni vender, según Apocalipsis 13:16-17.

El propósito de la marca de la bestia es condenar para siempre las almas de aquellos que se dejen marcar.

En el caso de Nabucodonosor, su edicto iba a contaminar espiritualmente a los judíos que se postraran ante la imagen.

Pero al igual que estos tres varones que no cedieron ante el monarca más poderoso de ese tiempo, también hoy es necesario que haya un remanente fiel que no doblegue las rodillas ante Baal.

III. Los tres varones acusados

Dice en Daniel 3:8 que Ananías, Misael, y Azarías; quienes son llamados por sus nombres babilonios, Sadrac, Mesac, y Abednego, fueron acusados por personas que les envidiaban y aprovecharon la oportunidad para deshacerse de ellos.

Cuando Nabucodonosor cuestionó a estos varones, él no esperaba recibir una respuesta desafiante de ellos. Después de todo, él era el rey más poderoso en la tierra, y todo lo que él quería lo obtenía.

Pero ellos le dieron una respuesta tan valerosa y tan cortante que el rey perdio los estribos y se airó desmedidamente.

Dice Daniel 3:16-18: Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: No es necesario que te respondamos sobre este asunto. He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado.

Estos siervos de Dios sabían que Dios tenía el poder para librarlos de esta situación, pero su fe y devoción a Dios no estaba basada en lo que Dios hiciera por ellos. Su entrega y dedicación al Señor era tan intensa que tuvieron fe para enfrentar la muerte si era necesario.

¡Oh, que Dios nos ayude a amarle de todo corazón! Que estemos dispuestos a padecer por su causa.

IV. Librados por el poder de Dios

Nabucodonosor hizo que echaran a Sadrac, Mesac, y Abednego en el horno de fuego ardiendo y por haber calentado tanto el horno, los verdugos que los lanzaron murieron por causa de la llama.

El rey se quedo observando las llamas, esperando ver el sufrimiento de los siervos de Dios, pero en vez de eso ocurrió lo que él nunca se esperaba.

Daniel 3:24-25 dice: Entonces el rey Nabucodonosor se espantó, y se levantó apresuradamente y dijo a los de su consejo: ¿No echaron a tres varones atados dentro del fuego? Ellos respondieron al rey: Es verdad, oh rey. Y él dijo: He aquí yo veo cuatro varones sueltos, que se pasean en medio del fuego sin sufrir ningún daño; y el aspecto del cuarto es semejante a hijo de los dioses.

Los siervos de Dios fueron atados y echados en el horno de fuego. Pero cuando cayeron allí solo sus ataduras fueron destruidas.

A veces cuestionamos a Dios por permitirnos pasar por hornos de pruebas y tribulaciones que pensamos nos van a destruir. Muchas veces no nos damos cuenta de que las llamas de esas pruebas no están ahí para destruirnos, sino para purificarnos de todo lo que no le agrada al Señor.

3:26-27 Entonces Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno de fuego ardiendo, y dijo: Sadrac, Mesac y Abed-nego, siervos del Dios Altísimo, salid y venid. Entonces Sadrac, Mesac y Abed-nego salieron de en medio del fuego. Y se juntaron los sátrapas, los gobernadores, los capitanes y los consejeros del rey, para mirar a estos varones, cómo el fuego no había tenido poder alguno sobre sus cuerpos, ni aun el cabello de sus cabezas se había quemado; sus ropas estaban intactas, y ni siquiera olor de fuego tenían.

Notemos que Nabucodonosor tuvo que llamarlos a salir del horno. ¿Por qué no salieron seguido se quemaron sus ataduras? La respuesta esta en el cuarto varón que apareció en la escena. Cuando el ángel vino para librarlos de las llamas del horno ardiente, ese lugar se convirtió en un santuario donde ellos sentían la presencia de Dios. Por esto no tuvieron prisa en salir de allí.

El rey tuvo que llamarlos a salir. Ellos podían acercarse al rey, pero el rey no podía ir hacia ellos. Solo ellos estaban bajo la cobertura de las alas del Omnipotente.

Estamos viviendo en un tiempo cuando necesitamos tener una fe firme en el Señor y su palabra. Si no tenemos la convicción y determinación que tuvieron Ananías, Misael, y Azarías, vamos a sucumbir ante la amenaza de peligros mucho más leves que los de un horno de fuego ardiendo.

Pero gracias a Dios no tenemos que luchar en nuestras propias fuerzas. El Señor Jesús nos prometió que íbamos a tener un ayudador que estaría con nosotros para siempre, y quien nos daría el poder para vencer cualquier tribulación en este mundo de maldad.

Andando en el Espíritu tendremos la valentía y fuerza necesaria para permanecer en pie y no postrarnos ante el enemigo de nuestras almas.